«Redención» es una descarga de golpes directos. Vemos llegar el gancho, conocemos los movimientos del contrincante, hemos visto todas sus peleas y aun así «Southpaw» nos deja sin sentido en la lona con una andanada de emociones arraigadas que apelan a nuestra humanidad.

Uno podrá ser más duro o más blando, pero lo que está claro es que Antoine Fuqua sabe lo que quiere contar y lo cuenta sin preocuparse de las comparaciones con otros clásicos del cine de boxeo que todos tenemos en mente; quizás incluso quiere alardear de ello. A veces no hace falta contar nada nuevo. A veces solo es necesario contarlo bien. Fuqua tira de melodrama y de casi todos los convencionalismos que podamos imaginar sobre el deporte, la culpa, la familia, el pecado y la redención, y consigue que todas estas piezas transmitan veracidad, sentimiento, universalidad.

También tiene cosas únicas. «Redención» tiene a Jake Gyllenhaal en otra extraordinaria interpretación que no puedo comprender que pasara desapercibida en festivales y premios. Va más allá de mi comprensión que este actorazo, del que no exagero si digo que nos ha brindado varias interpretaciones de Oscar en pocos años, todavía no se haya llevado nada. Me parece directamente una vergüenza que puede que tenga su explicación en algún asunto fuera de lo cinematográfico. El caso es que aquí transforma todo su ser para convertirse en el boxeador Billy Hope, un hombre vulnerable y rabioso que tendrá que lidiar con la tragedia de perder todo lo que ama. La pérdida es uno de los temas fundamentales de esta película, porque todos, aunque no lo sepamos, nos movemos entre la victoria y la derrota, que a veces no es más que una fina y débil cuerda por la que nos deslizamos de un lado a otro sin que podamos controlarlo siempre.

Único también Forest Whitaker. La interpretación de este hombre es otra de esas maravillas de «Redención» y su Titus Wils tendrá los parlamentos más interesantes y emotivos. Rachel McAdams para mí está en uno de sus mejores papeles; en cinco minutos nos muestra todo lo que su Maureen es: serena, inteligente, controlada, el pilar sólido sobre el se construye la familia Hope.

James Horner y Eminem le ponen banda sonora a este drama de acción-boxeo con ganchos a la mandíbula entre sangre, sudor y lágrimas. No se puede pedir más. Nunca desesperar, siempre levantarse.