Supongo que iremos por la película número doscientos treinta y nueve de Spider-Man…, más o menos.

Una de las novedades de esta «Spider-Man: Un nuevo universo» es que se llevó el óscar a la mejor película de animación, lo cual es solo un dato que no tiene que importarnos en absoluto para valorar la película tal y como es, en lo que aporta.

Me atrevería a decir que nada. Bueno, miento: me he enamorado del Spider-Man Noir. Exijo un spin off de este hombre araña de una enorme apostura, aun sin verle la cara, debido al estilo, clase, empatía, nobleza y saber estar de su personaje y que es todo lo contrario a lo que son el resto de spider-personas, para ser inclusivos.

Hemos visto la historia, como digo, unas doscientas treinta y nueve veces y seguramente nos la contarán otras tantas y yo asumo, o supongo o imagino, que cuando tienes la misma historia y la quieres volver a contar necesitas añadir algo que te diferencie, pero algo sólido y novedoso, con personalidad, que no consista en inclusión racial bien pensante, los sempiternos universos paralelos y los mismos conflictos chorras de «no sé si estoy preparado pero al final sí porque soy el mejor del mundo, cómo no».

Aparte, todo es de una ridiculez bárbara. Repasemos un poco los problemas de Morales: es superdotado y ha conseguido una beca, de casualidad, para estudiar en un instituto de élite. Su padre quiere que estudie y él, bueno, quiere ser grafitero. Vaya situación dramática, oye. Es que el noventa por ciento de niños del Brooklyn como Morales tienen esos problemas…

Luego hay un tío mega random con una historia propia que se resuelve en cinco minutos de la manera más estúpida (SPOILER) y que funciona como punto de inflexión en el camino del héroe, pero al tío lo hemos visto digamos unos cinco minutos en total a lo largo de la película, con lo cual no se ha creado ningún lazo ni vínculo, ya sea con los espectadores o con Miles, y a fin de cuentas solo podemos concluir que sí, que el padre de Morales tiene razón aunque nadie se la dé.

Hablando de padres, a raíz de esta película se me ha ocurrido una categoría de personajes: el de «padre mendigante». Esos padres que están sometidos a sus hijos, muy rebeldes e indignados porque no se cumplen sus deseos. El padre de Morales, Jefferson Davis (¿por qué el hijo lleva el apellido materno…?), mendigará que su hijo no se enfade con él porque, claro, los chavales de catorce, de quince años son superiores y van a estar siempre en lo cierto. Momento épico de la película.

Ningún villano tiene peso y forma, el carisma para ser antagónico, y encima se ponen blanditos sin que venga a cuento con la historia de Kingpin. Las peleas, olvidables. El humor, desaparecido; hoy en día parece que siempre están hablando, hablando y hablando, como si el mucho hablar fuera gracioso, cuando solo es cargante. Encima, matan a Peter Parker para sustituirlo por otro que encaje más en los nuevos tiempos…

Variedad de spoilers en spoilers.

P.D: Parece que se ha confirmado un spin off del Spider-Man Noir… protagonizado por Nicholas Cage. Cuánta felicidad y decepción al mismo tiempo.