Ahora mismo estoy indignadísima porque acabo de enterarme del enorme fallo de traducción que se comete en la última frase de la película. Me da a mi que es mejor no saber qué se dice, así que lo pondré en spoiler, por si le interesa a alguien. En serio, un poquito de ganas y de paciencia en estos menesteres, que se pueden cargar una historia con dos palabras.

En fin, vamos a «Brokeback Mountain», lugar de verdes montañas, nieve gélida y ríos cristalinos. En ese paisaje de ensueño, y al mismo tiempo de una desgarradora dureza, se conocen e intiman dos hombres, Ennis y Jack. Y vaya forma de intimar. A mi toda su etapa en las montañas me parece de lo más logrado de la película, por sutil y bien encaminada, y además, lo confieso con vergüenza, de lo más morbosa; porque hay algo muy potente en dos hombres recios y masculinos dominándose el uno al otro o dejándose dominar. Miedo me daba, lo digo sin tabúes, ver al atractivo Gyllenhaal en plena faena homo erótica, y no especificaré la posición, pero Lee y los actores bordan sus papeles y sus secuencias íntimas, por muy explícitas que sean. De hecho, no volveré a mirar de la misma forma una acampada en el campo, y ojalá todos los besos fueran como estos: irascibles, absorbentes y carnívoros. Me encanta. Por cierto: ¿quién dice que con esto se desmitifica el viejo oeste? ¿Es que por ser gay se deja de ser un «verdadero» hombre? ¿Es que Ennis y Jack carecen de hombría y virilidad? ¡Venga ya!

Así, lo mejor de esta película es la sensibilidad de Ang Lee en el tono serio y cómplice que ofrece sobre el idilio amoroso, y la pasión a cargo de estos dos grandes actores, Heath Ledger y Jake Gyllenhaal, ambos maravillosos y enamorados, aunque personalmente me quedo con Jake. A pesar de todo lo dicho, lo cierto es que la trama, más allá del amor que se establece, no tiene elementos que enriquezcan y espoleen hacia delante la relación y exploren todos los límites del conflicto planteado. No me gusta que la historia se alargue tanto, ni que por lo menos una hora de película quede simplificada al juego de la doble vida de los protagonistas. Puedo entender el miedo a enfrentarse al mundo, pero no puedo entender que se pasen veinte años sin discutir su situación, sin dudas entre ellos, sin celos, sin momentos de angustia cuando se dicen adiós, y de remordimientos, y de culpa, y de frustraciones. El brusco giro de guión, inesperado en parte, de la recta final me deja un poco con cara de no poderme creer lo que estaba pasando, a parte de que hay cosillas que me producen ciertas dudas, como por ejemplo la verdadera condición sexual de Ennis y Jack, ya que ambos están con mujeres sin ninguna aversión.

El conjunto deja un sabor tirando a amargo y tengo la sensación de que habiendo sido más arriesgada, más comprometida y, por qué no, más erótica, entendiéndose erótica como sensual, «Brokeback Mountain» podría haber llegado a una auténtica y perdurable emoción. Aún con todo, no disgustará.