Un clásico indiscutible en la filmografía de los Hermanos Marx, hasta cierto punto excesivamente valorada, «Sopa de ganso» (gansos ellos, imagino) es una comedia chiflada que no debes perderte.

Creo, vista hoy tras muchos años, que los Marx las tienen mejores, pero dudo mucho que alguien tenga unos veinte minutos tan geniales como los tienen ellos en la recta final de «Sopa de ganso». Si esta película merece un hueco en la estantería de las obras maestras del humor es por esa guerra inaudita, descalabrada, transformista, sarcástica y casi inexplicable que Groucho y sus hermanos se inventan de la manera más loca. Las interpretaciones que podemos sacar del argumento pueden ser muchas o ninguna, y yo misma me pregunto si el mensaje es belicista, teniendo en cuenta la situación en Europa de 1933, pacifista, todo lo contrario o ni una cosa ni la otra; sí, eso debe ser, y no creo que ande muy desencaminada si nos fijamos en lo curioso que es comprobar las distintas sinopsis de la película: en algunas se afirma que Libertonia es una dictadura y en otras que es una república democrática. ¿En qué quedamos? De alguna manera, es un fallo del guión, que no aclara nada, aunque puede que tampoco le interese aclararlo por la intrínseca naturaleza de su humor.

Sea como sea, quitando esta última parte, el resto de película funciona a medias. Tiene algunos destellos, como el momento radio, para mi desternillante, o el de los tres Grouchos, que en serio no podía distinguir uno de otro; pero en «Sopa de ganso» su maravilloso toque caótico y vitalista no se transmite con tanta fuerza ni sus gags son tan atinados, ni siquiera en el plano de la crítica política o social. De hecho, creo que otros de sus trabajos son más ácidos e inteligentes en este terreno.

Aún con todo, interesante. Con esta familia siempre pasas un buen rato, aunque sea yendo a la guerra.