Carlos Boyero me ha convencido en la preciosa crítica que se recoge en esta página. Ya sabía yo que a «Los otros» le faltaba algo, y puede que sea ese fuego y ese corazón que describe el periodista. Eso no puede explicarse, es una sensación intangible que nada tiene que ver con encuadres perfectos y montajes sin faltas.

Nicole Kidman, en una muy buena interpretación, se pasa media película abriendo y cerrando puertas para proteger a sus amados hijos de una enfermedad que les impide exponerse a fuentes intensas de luz. Este planteamiento es, sin duda, interesante, pero viendo cómo sigue la historia y su desenlace, me pregunto si no es en realidad un mero adorno argumental, o si, por el contrario, es verdaderamente importante. Me inclino por lo primero, así que el efecto pierde su fuerza.

Además, no sólo eso. Amenábar parte de un guión engañoso que pretende desde el primer minuto mentir al espectador. De ahí, que la historia no se cuente con la suficiente sinceridad como para seguir un desarrollo lógico en el que todas las piezas encajen y lleven a una única y misma solución. Así, nos presentan a los personajes premeditadamente inquietantes, con actitudes ambiguas, voces quedas y planes ocultos por aquí, pastillitas sospechosas por acá. El final logra dar la sorpresa, y es, con todo, posiblemente lo mejor de la película, pero a cambio tienen que olvidarse de casi todo lo que nos han contado antes.

Miedo, lo que se dice miedo, pues no da. A lo sumo un mal rollo impresionante en la escena de la primera comunión, lo cual ya tiene mérito. Más cerca, pues, de la intriga que del terror. La atmósfera y las localizaciones están muy bien, es incluso esa persistencia en los pasajes bíblicos (en un evidente arranque anticlerical) contribuyen a la opresión y el misterio. Los niños, perfectos, especialmente ella (Alakina Mann), que demuestra una gran determinación y personalidad, perversa por momentos. O al menos eso nos quieren hacer creer.

No va mucho más allá a pesar de su trabajado tecnicismo, pero, eso sí, mantiene pegado al asiento y el entretenimiento está asegurado.