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España España · Málaga
Voto de Kaori:
5
Comedia. Acción Phil es un camionero de aspecto bonachón a quien le entusiasman la cerveza fría, la música country y hacerse respetar por medio de sus puños. Phil, que se hace acompañar por un orangután que ganó en una apuesta, está enamorado de una cantante llamada Lynn, pero ella no quiere compromisos serios. (FILMAFFINITY)
30 de agosto de 2013
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si es que hasta los monos se enamoran de Clint. Vaya espécimen de simio, de lo más simpático, cariñoso y humanizado, capaz de lavar la ropa, beber cerveza o escuchar los problemas sentimentales de su amo, Philo Beddoe. Y, claro, como es Eastwood, no para de enganchársele, revolverle el cabello y darle mimos. Que monada.

Este mono, Clay, sólo es una muestra de lo rarita que es «Duro de pelar». Realmente, la presencia de Clay no se entiende mucho, sobre todo porque hacer, lo que se dice hacer, no hace nada, pero sí aporta un toque esperpéntico y amistoso que queda bien. James Fargo imprime un divertido ritmo a la historia y nos lleva de viaje en una road movie en la que participan bandas de motoristas incompetentes, un policía vengativo, chicas buenas y chicas malas, boxeadores callejeros, un protagonista algo simple pero con unos brazos y unos hombros que están pidiendo a gritos «abrázame» y, por supuesto, un orangután sonriente.

El viaje y las diferentes aventuras que componen «Duro de pelar» son, hay que admitirlo, tirando a tontas, no muy espectaculares y partiendo de unos personajes que actúan de una manera absurda o poco convincente (por ejemplo, Echo, que no entiendo qué le ha podido empujar a meterse en este embolado), porque sólo así se consigue un argumento también absurdo que, como siempre en este género, puede quedarse en eso: en algo ilógico y sin gracia. En esta ocasión, logra hacernos sonreír, e incluso hacernos reír, y además sin recurrir al mal gusto ni a lo excesivamente idiota, como recurren muchas comedias de un tiempo a esta parte.

La banda sonora no está nada mal y, tengo que decirlo, el look del jefe motorista, en otro hombre de otro porte, hubiera quedado genial. El desenlace deja la puerta abierta para la segunda parte, pero igualmente puede pensarse que la cosa acaba así, con tres en la carretera... perdón, con cuatro. No nos olvidemos de Clay.
Kaori
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