Siguiendo con las bazofias, aquí tenemos la adaptación a imagen real de «La Sirenita», también conocida como «el nuevo y merecido fracaso de Disney».

Admito que tenía unas ganas enormes de ver qué habían hecho con este clásico y lo primero que debo decir es que no es tan mala como se las prometía en tanto calca el clásico de 1989. Así que, claro, si te ponen «Parte de tu mundo» o «Bajo el mar», y una Ariel enamorada que pacta con la malvada bruja y se queda sin voz, pues vale, eso no puede criticarse.

Ahora bien, no significa que la película sea buena, ni siquiera pasable, porque sencillamente es otro producto más sin sabor, light, sin sal, puro hueso mohíno y seco lanzado para ganar dinero y que no te tachen de reaccionario ni carca. Luego te estampas en taquilla, lo cual debe hacernos pensar que hay cosas que incluso una sociedad en decadencia como la nuestra no puede tragar.

Podríamos aceptar una sirena negra, pero no una Ariel negra, ¿tan difícil es de entender? El argumento de «es que es ficción» es una chorrada. Claro que es ficción, todo es ficción, pero esa ficción responde a una época, a un autor y a una intención, y cambiarlo, no por razones literarias, razones argumentales que pueden resultar mejor o peor, sino por ideología lava-cerebros, es denigrante y deberíamos todos oponernos por el simple placer de oponernos al pensamiento único.

Así que no, esta Ariel es una pésima Ariel, y no solo por su raza, sino porque además Halle Bailey como actriz es limitadísima. No tiene expresividad, no tiene carisma. No transmite nada, excepto mala leche en algunas ocasiones. Interpretación plana. Pero, ojo, que aquí no se salva nadie. Atención al Eric de Jonah Hauer-King, que aunque encaja en tanto moreno con ojos azules (aunque sin la apostura del Eric animado…) han hecho de él un advenedizo que, con la suerte que ha tenido, encima se queja porque quiere ser libre y hasta le dan una canción que no hay quien aguante…. El colmo es enterarse de que SPOILER… Porque, claro, queda mal que te enamores de un noble, eso es reaccionario, así que a tomar por saco.

De Javier Bardem no pienso hablar, su Rey del Mar a mí me parece el mismo personaje psicópata que tan buenos resultados le ha dado, en serio lo digo. Me planteo también por qué existen los personajes secundarios de Sebastián, Flounder y Scuttle, a quien le cambian de sexo porque sí, faltaban hembras en la trama, supongo; se supone que deberían ser un elemento cómico, pero el humor en la película es inexistente. Nos preocupamos mucho porque todo sea hiperrealista, peces y cangrejos auténticos, pero como suele ocurrir, y es uno de los motivos por los que reniego de la imagen digital; como suele ocurrir, repito, se olvidan del contenido, y en este caso los secundarios no aportan nada, ni siquiera encanto, sus intervenciones no fluyen, sus intentos de humor se ahogan.

A esto se suma una fotografía deliberadamente oscura y fea, y unos escenarios de andar por casa; la historia se ubica en un reino inventado de inspiración caribeña, porque ser europeo es facha y hay que darle poder a las minorías. Que la Sirenita de Andersen sea uno de los símbolos de Dinamarca, no les ha frenado en su camino woke.

Sigo. Los números musicales, aun con las mismas canciones, quedan desapegados, especialmente el de «Bésala» es sintomático, porque es que te da igual si la besa o no, previo consentimiento expreso. Montaje, dirección artística, diseños… todo mediocre, es que salta a la vista que no hay ganas ni ingenio, y si dudas de lo que digo y me crees una exagerada, te invito a que cojas cualquier escena de la de 1989, por ejemplo el final, y compares. Hazlo solo como ejercicio cinematográfico, sin mala intención, con ánimo curioso y de aprendizaje.

Entenderás entonces muchas cosas.