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Voto de Jark Prongo:
8
Documental Película experimental que no contiene imágenes de ningún tipo. El film se basa en una pantalla en blanco acompañada por diálogos hablados. Estos diálogos, que en conjunto suman un total de no más de veinte minutos, se componen en fragmentos cortos de pasajes en medio de un silencio total durante 64 minutos. (FILMAFFINITY)
23 de mayo de 2016
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
20 de Abril de 1951. Se proyecta –en su versión incompleta- Traité De Bave Et D'éternité en el Festival de Cannes. Causa un escándalo, según cuentan las crónicas, pero también se alza con el premio a las vanguardias. El primer pase de su versión acabada se produce también en el Museo Del Hombre, y luego también conocería algunas proyecciones en el Alexandra y demás salas de las de toda la vida, de las comerciales. La única obra del poeta letrista Isidore Isou queda como un punto de inflexión en la historia del cine, es una especie de prisma que recibe la imagen de las películas que existían hasta su existencia y las refracta en varias direcciones hasta entonces nunca conocidas. Isou traslada al cine la máxima que considera la destrucción una estrategia de creación, parte de la noción de que el arte de una época determinada así como el sistema social que lo legitima y valida ha de ser transgredido y subvertido si se quiere hallar algo nuevo de veras. Si con su poesía letrista deconstruyó las palabras en fonemas y onomatopeyas hasta destruir el lenguaje casi por completo en el cine otro tanto de lo mismo: su montaje discordante dispuso una convivencia de imagen y sonido del todo independientes lo uno de lo otro, si en algún momento se daba cierta armonía sería por pura casualidad. Secuencia tras secuencia siempre inconexas respecto a las que les preceden y también en relación a la que les siguen; en ocasiones volcadas, en otras reproducidas de adelante atrás, casi siempre con el celuloide rayado o quemado adrede. El único nexo es algo irritante en grado sumo, la omnipresencia de planos del propio Isou paseando por las calles, posando más bien. El ego del artista llevado al paroxismo, buscando casi más que se le odie que que se le valide. Y el sonido siempre a su puta bola: por una parte está en todo momento el recitado de un poema letrista en bucle, algo más próximo al canto chamánico o a un tema de Demdike Stare sin bombo que a una banda sonora al uso. Y por la otra infinidad de voces, un sinfín de narradores omniscentes que se atreven a hablar desde lo pretérito sobre cómo recibirá el público la obra y a un futuro a veinte años vista sobre lo que ha terminado suponiendo, cómo fue que al final, desde su carácter de vanguardia negacionista para con el elemento popular connatural al cine hasta entonces, terminó siendo abrazada por el pueblo. Y lo que jode en una obra tan pagada de sí misma es que encima acertase en sus predicciones ya no es sólo que de aquí saliesen bifurcaciones del cine que tornaron en populares con el transcurrir de los años, es que además, siendo estrictos, de aquí sale el videoclip DIY, el videoclip amateur que millones de usuarios de youtube crean montando canciones con metraje robado o rodado ex profeso para discordar con la música que elijan.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jark Prongo
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