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Voto de Jark Prongo:
8
6.1
4,560
Drama
Una enfermera que trabaja por las noches en un hospital se ocupa de atender las necesidades de las familias que han perdido a sus seres queridos. Forma parte de un grupo llamado "Alps", cuyos miembros ofrecen, a cambio de dinero, reemplazar a los muertos en la vida diaria de esas familias. (FILMAFFINITY)
14 de abril de 2012
50 de 66 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras la casi notable Kinetta y la sobresaliente Kynodontas (que sería del agrado de Wittgenstein y Korzybski a buen seguro) vuelve a jodernos la cabeza el cineasta joroño Lanthimos. Y a base de bien, pues Alps es un film que, al igual que sucede con la filmografía de Bresson, Kaurismaki y Fassbinder, no tiene ni un fotograma de relleno, transición, vacuo o como queráis entrar a definirlo. Claro que precisa de una predisposición por parte del espectador para, uno, ver la película, y dos, no quedarse frente a ella como un ficus o Marichalar en modo ictus.
Lanthimos satura (pese a que formalmente parezca lo contrario) cada plano de información, mientras que se sirve del montaje para hilar de aquella manera un remedo de argumento que sirve como excusa para mostrarnos una observación precisa y demoledora sobre cómo están articuladas las relaciones humanas. Dichas relaciones, con las que hemos de lidiar SI O SI día a día, en ámbitos íntimos funcionan en base a las expectativas que alguien tiene sobre otro, expectativas que devienen en moldeo directo cuando la persona que las proyecta puede permitírselo por razones de fuerza/poder (aquí es notable el doble juego que muestra con la bailarina dominada dentro del grupo de actores). En otros ámbitos también se dan, claro, pero ahí es donde apunta el griego acertando de pleno para redondearlo al hacernos caer en la cuenta de la existencia de un amplio espectro de personas que necesitan ser ¨moldeadas¨ (ser un actor en y de tu propia vida, ¿no?). La tercera vía, que sería un poco ¨intertar ser tú¨ nos la muestra de un modo francamente desolador: una cámara cuasi subjetiva sigue a la protagonista dando tumbos entre lo que son interpretaciones, asunciones de roles por la fuerza y mascaradas tremendas (¿existe mayor juego de máscaras que sustituir a un muerto?). Sin encontrar su ¨yo¨ jamás.
Lanthimos satura (pese a que formalmente parezca lo contrario) cada plano de información, mientras que se sirve del montaje para hilar de aquella manera un remedo de argumento que sirve como excusa para mostrarnos una observación precisa y demoledora sobre cómo están articuladas las relaciones humanas. Dichas relaciones, con las que hemos de lidiar SI O SI día a día, en ámbitos íntimos funcionan en base a las expectativas que alguien tiene sobre otro, expectativas que devienen en moldeo directo cuando la persona que las proyecta puede permitírselo por razones de fuerza/poder (aquí es notable el doble juego que muestra con la bailarina dominada dentro del grupo de actores). En otros ámbitos también se dan, claro, pero ahí es donde apunta el griego acertando de pleno para redondearlo al hacernos caer en la cuenta de la existencia de un amplio espectro de personas que necesitan ser ¨moldeadas¨ (ser un actor en y de tu propia vida, ¿no?). La tercera vía, que sería un poco ¨intertar ser tú¨ nos la muestra de un modo francamente desolador: una cámara cuasi subjetiva sigue a la protagonista dando tumbos entre lo que son interpretaciones, asunciones de roles por la fuerza y mascaradas tremendas (¿existe mayor juego de máscaras que sustituir a un muerto?). Sin encontrar su ¨yo¨ jamás.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Además de lo señalado en los párrafos anteriores, Lanthimos filma como un fenómeno. Se sirve de planos detalle Bressonianos, split screens articuladas sobre algún elemento del escenario, falsas tomas fijas, desenfoques, antidesenfoques y un montaje que se permite contraponer humor (la secuencia del ayunte con el lamparero) con drama extremo (el intento de suicidio de la bailarina). Incluso obtiene hallazgos rarunos (el faro rojo del coche casi flasheado durante una secuencia nocturna, que parece un guiño al Gaspar Noé amigo de hacer rodar epilépticos por el suelo) y aprovecha para autohomenajearse a si mismo (¡esos bailes LOCOS!), consciente, el muy cabrón, de que lo que hace es la repolla, irreprochable y digno de ser enviadiado.
Y si todo esto no fuera suficiente, además sale una piscina.
Y si todo esto no fuera suficiente, además sale una piscina.