Aunque en este caso la bella es fea, muda e incomprendida y claro como Dios los cría y ellos se juntan, mira tú por donde, la “bella” o si se prefiere “Amelie”, se enamora de su bestia que en este caso es un señor con branquias y sin cola aparente (“Splash” con perdón si salpico).
En fin un coctel de las películas citadas al que añadiremos también un poco de zumo de E.T. (en este caso el anfibio no suspirará ni por una casa o un teléfono, pero si por una bañera o piscina.) Por cierto, ¿cuantas llevo ya metidas en la coctelera?, aún podría sacar más pero voy a dejar de elucubrar, que ya tengo muy recargado el batiburrillo.
El guion de la película de verdad que chirria por todas partes, si te la tomas como un comic con los tópicos habituales de buenos y villanos y etc. y no te has planteado ninguna expectativa previa, pues aún tiene pase y aunque todo previsible, pasas un buen rato. Pero... tanto bombo y platillo y Oscar a película y director, digo yo que deberían requerir mayores exigencias.
Lo mejor, la magnífica ambientación de época, esos años 50 de la guerra fría están muy bien retratados, tanto en fotografía como en attrezzo. La música de Alexander Desplat muy acorde a la historia y llena de sensibilidad (estos maestros de la composición deberán ser algún día reconocidos como los nuevos clásicos de nuestra era).
En fin, no había pensado escribir una crítica, entre otras razones porque estos films tan populares y comerciales ya aglutinan más de un centenar de ellas y a ver quién es el guapo que las lee todas, pero aunque breve, aquí he dejado algunos apuntes por si vinieran al caso.
Bromas e ironías aparte yo no estoy diciendo que sea una mala película del toro, digo… del todo, pero si el próximo fin de semana solo disponen de tiempo o dinero para una entrada de cine yo les recomendaría que se paseen antes por “ Tres carteles en las afueras “.