La idea se le ocurrió al siempre controvertido Snyder allá por el 2009. Mezclar el género de robos con el de zombies. La cosa conceptualmente no era precisamente cine de autor. Entrar, matar y salir. El asunto con un guión de encefalograma plano que cabe en un ticket de parking roido hasta el extremo por los agujeros en la trama ha merecido la inversión de 900 millones de dólares y la maquina tragaperras de Netflix lo ha petado. Negocio redondo. Y lo "gracioso" es que este disparate sin sentido en el que "muere hasta Felipón" que decía mi abuelo, es razonablemente entretenido.

El departamento de caracterización hace un trabajo notable, los personajes dan el tipo para un buen dibujo de tebeo tan muertos psicológicamente como los zombies. La película debería haber sido muda para ahorrarnos los sonrojantes dialogos. Snyder se estrena como director de fotografía investigando con las lentes y operando la cámara en ocasiones. Me gusta el personaje de la piloto de elicóptero que encarna la comediante y actriz Tig Notaro. A lo mejor porque tuvo que rodar sola sus escenas por temas de Covid y no se le pegó la tontería generalizada.

PD: Lo de entrar en un lugar plagado de zombies en manga corta o sin ella es uno de los mejores gag de la película. A lo mejor era para ahorrar en vestuario.

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