La receta, no por clásica, si se cocina y condimenta bien siempre es un éxito. A saber: cojáse una saga familiar y póngase en ebullición a fuego lento al tiempo que uno mira por la ventana y ve como cambia la vida. En este caso en Suecia, en Estocolmo, aunque se haya rodado en Gotemburgo. Sazónese suficientemente con románticismo y crítca social al gusto y todo tipo de comensales quedará satisfecho.

Casi tres décadas desde el final de la IIGM en el 45 abarcan las tres temporadas. Amén de las peripecias personales de sus protagonistas (excelente elenco en el que destacaría si cabe a Mattias Nordkvist como Gustaf) viene bien por este sur que habitamos asomarnos a los vaivenes de esas gentes del norte modelos de bienestar social, para descubrir que mirando de cerca en todos los lados cuecen habas.

La cosa podría haber terminado en la segunda temporada pero se alarga una tercera con menos episodios dando un giro para estirar el asunto. El desarrollo de los hermanos protagonistas en ocasiones es forzado y desde luego no pasan los años para ninguno de ellos. En cualquier caso esta denominada "Dowton Abbey" sueca nos deja más que satisfechos.

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