La vi en su momento y ahora al volverla a ver tengo que decir que se disfruta igual, tiene sus partes de comedia y sus partes más de acción pero eso de «cerebro, quiero cerebro» jamás lo había olvidado. Una especie de producto en forma de gas hace estragos en la población de un pequeño pueblo de Estados Unidos mientras los pocos supervivientes intentan salir de la situación como pueden.

De los actores solo conozco al chico que va a arreglar algo a la casa de la protagonista que no es ni más ni menos quien luego aparecería en «Twin Peaks» como el novio de Laura Palmer. De los demás ni idea aunque el que desentierra a los muertos, el hombre mayor, sí que me suena de algo.

Se trata de una película desenfadada que no busca más que entretener y divertir y que a mí me sorprendió por la manera que tiene de resolver todo el embrollo en el que se mete por culpa del susodicho gas.