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Voto de filmactivity:
5
31 de diciembre de 2021
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Drama histórico (Thomas Clay, 2019) ambientado en la Inglaterra del siglo XVII. Condado de Shropshire, 1657. En una pequeña granja viven John Lye (Charles Dance), –un excapitán que quedó malherido luchando junto a Oliver Cromwell en la Guerra civil–, su mujer Fanny (Maxine Peake), y su hijo Arthur (Zak Adams).
Un mañana, John sorprende en su granero a la pareja formada por Thomas Ashbury (Freddie Fox) y Rebecca Henshaw (Tanya Reynolds), que relatan como han sido atacados por unos asaltantes y les solicitan su ayuda. Thomas y Rebecca, convertida en narradora de la historia, son acogidos en la granja familiar y se integran pronto a la rutina diaria. Cierto día, el Sheriff del Consejo de Estado (Peter McDonald) llega a la granja acompañado de su ayudante (Perry Fitzpatrick) y del alguacil Henry (Kenneth Collard). El Sheriff le cuenta a John que están buscando a una pareja de herejes, miembros de una comunidad llamada “los delirantes” acusados de libertinaje y depravación.
Un mañana, John sorprende en su granero a la pareja formada por Thomas Ashbury (Freddie Fox) y Rebecca Henshaw (Tanya Reynolds), que relatan como han sido atacados por unos asaltantes y les solicitan su ayuda. Thomas y Rebecca, convertida en narradora de la historia, son acogidos en la granja familiar y se integran pronto a la rutina diaria. Cierto día, el Sheriff del Consejo de Estado (Peter McDonald) llega a la granja acompañado de su ayudante (Perry Fitzpatrick) y del alguacil Henry (Kenneth Collard). El Sheriff le cuenta a John que están buscando a una pareja de herejes, miembros de una comunidad llamada “los delirantes” acusados de libertinaje y depravación.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
A destacar
Producción inglesa. Buena fotografía (Thomas Clay) y actuaciones de Maxine Peake y Charles Dance (interpretando al matrimonio Lye).
Contexto
La Revolución inglesa fue una época de agitación interna a todos los niveles: social, político y religioso. El conflicto entre la Iglesia de Roma y los protestantes llevaba siglos sobre la mesa. Martín Lutero y Thomas Moro habían expresado sus ideas hace 150 años.
En Inglaterra, las sectas católicas radicales (tales como ranters, levellers, diggers o quakers) proliferaron gracias al vacío de poder creado por las luchas internas entre las élites monárquicas y parlamentarias. Estas sectas sostenían que las personas tienen capacidad suficiente como para comunicarse directamente con Dios, sin necesidad de intermediarios (clérigo o autoridad).
Cromwell despachó la Segunda guerra civil inglesa (1648–1649) cortando la cabeza de Carlos I (1649). Estableció una república dictatorial, arrasó Irlanda y Escocia y creó la Commonwealth. Cromwell fue un cristiano protestante y un anticatólico feroz que gobernó con puño de hierro las islas británicas. Tras su nombramiento como lord Protector (1953) nada pudo pararle. Controló la Commonwealth (Protectorado) y estableció un gobierno fundamentalista dominado por un pensamiento único que sólo respondía a su propia paranoia. Persiguió y castigó duramente a estas minorías católicas consideradas “dissenters” (disidentes), que poco a poco ganaban iban ganando importancia y desafiaban al poner establecido.
En la Primera guerra anglo–holandesa (1652–1654), contra las Provincias Unidas de los Países Bajos (protestantes), Cromwell perdonó la vida a los judíos que le habían apoyado. Así de hipócrita es el Poder, un batiburrillo de patrañas filosóficas para embaucar al débil. Burgueses formando sociedades secretas para derrocar al Estado que serían el germen de nuestros partidos políticos.
Crítica
La inspiración para la película le vino a Thomas Clay leyendo la novela “The World Turned Upside Down: Radical Ideas During the English Revolution”, del historiador británico Christopher Hill. El guión (Thomas Clay) deja que desear. La película es tediosa, sobre todo la primera parte, con secuencias estiradas como chicle. Los personajes están tratados con excesiva condescendencia.
Fanny se nos presenta como una completa idiota antes de la llegada de Thomas. Su aspecto y sus ojos son los de una mujer inteligente pero es analfabeta. No encaja en ningún rol (ni abnegada esposa, ni una persona despierta, pero tampoco una puritana totalmente ignorante). No son una familia acomodada, pero es la mujer de un excapitán, no una cualquiera. Fanny expone el drama que la ha traumatizado al final de la película, algo que llega bastante tarde porque hasta ese momento se había presentado como una mujer triste y apática, pero poco más.
El hecho de que no conozcamos el motivo de su encarcelación (crimen o religión) demuestra que Fanny era carne de cañón. Un ser solitario e incauto, sin posibilidad de elección y que no comprende lo que sucede a su alrededor, algo parecido a lo sucedido con Rebecca antes de conocer a Thomas.
Pero no estamos en la Edad Media. Los cambios no suceden de un día para otro y me cuesta creer tanta docilidad. A veces subestimamos a las generaciones anteriores, simplemente por ser más incultos, y nos equivocamos, porque conocían mejor la esencia humana y los caminos de la vida. Puede que no supieran escribir, pero las calamidades agudizan el ingenio. Sabían sobrevivir.
Thomas posee un valioso secreto, en teoría, y ha sido acusado por la autoridad, que le persigue, pero en vez de huir se queda para cortejar a la esposa de un fanático con experiencia en las armas. Fanny le da calabazas pero él insiste en reeducar a John y dictar su Ley. Y luego existen otros detalles que, aunque menos importantes, tampoco encajan demasiado bien. Y es una pena. Un aprobado raspadillo por el tema en cuestión, pero con un desarrollo lento y algunos cabos sueltos.
Producción inglesa. Buena fotografía (Thomas Clay) y actuaciones de Maxine Peake y Charles Dance (interpretando al matrimonio Lye).
Contexto
La Revolución inglesa fue una época de agitación interna a todos los niveles: social, político y religioso. El conflicto entre la Iglesia de Roma y los protestantes llevaba siglos sobre la mesa. Martín Lutero y Thomas Moro habían expresado sus ideas hace 150 años.
En Inglaterra, las sectas católicas radicales (tales como ranters, levellers, diggers o quakers) proliferaron gracias al vacío de poder creado por las luchas internas entre las élites monárquicas y parlamentarias. Estas sectas sostenían que las personas tienen capacidad suficiente como para comunicarse directamente con Dios, sin necesidad de intermediarios (clérigo o autoridad).
Cromwell despachó la Segunda guerra civil inglesa (1648–1649) cortando la cabeza de Carlos I (1649). Estableció una república dictatorial, arrasó Irlanda y Escocia y creó la Commonwealth. Cromwell fue un cristiano protestante y un anticatólico feroz que gobernó con puño de hierro las islas británicas. Tras su nombramiento como lord Protector (1953) nada pudo pararle. Controló la Commonwealth (Protectorado) y estableció un gobierno fundamentalista dominado por un pensamiento único que sólo respondía a su propia paranoia. Persiguió y castigó duramente a estas minorías católicas consideradas “dissenters” (disidentes), que poco a poco ganaban iban ganando importancia y desafiaban al poner establecido.
En la Primera guerra anglo–holandesa (1652–1654), contra las Provincias Unidas de los Países Bajos (protestantes), Cromwell perdonó la vida a los judíos que le habían apoyado. Así de hipócrita es el Poder, un batiburrillo de patrañas filosóficas para embaucar al débil. Burgueses formando sociedades secretas para derrocar al Estado que serían el germen de nuestros partidos políticos.
Crítica
La inspiración para la película le vino a Thomas Clay leyendo la novela “The World Turned Upside Down: Radical Ideas During the English Revolution”, del historiador británico Christopher Hill. El guión (Thomas Clay) deja que desear. La película es tediosa, sobre todo la primera parte, con secuencias estiradas como chicle. Los personajes están tratados con excesiva condescendencia.
Fanny se nos presenta como una completa idiota antes de la llegada de Thomas. Su aspecto y sus ojos son los de una mujer inteligente pero es analfabeta. No encaja en ningún rol (ni abnegada esposa, ni una persona despierta, pero tampoco una puritana totalmente ignorante). No son una familia acomodada, pero es la mujer de un excapitán, no una cualquiera. Fanny expone el drama que la ha traumatizado al final de la película, algo que llega bastante tarde porque hasta ese momento se había presentado como una mujer triste y apática, pero poco más.
El hecho de que no conozcamos el motivo de su encarcelación (crimen o religión) demuestra que Fanny era carne de cañón. Un ser solitario e incauto, sin posibilidad de elección y que no comprende lo que sucede a su alrededor, algo parecido a lo sucedido con Rebecca antes de conocer a Thomas.
Pero no estamos en la Edad Media. Los cambios no suceden de un día para otro y me cuesta creer tanta docilidad. A veces subestimamos a las generaciones anteriores, simplemente por ser más incultos, y nos equivocamos, porque conocían mejor la esencia humana y los caminos de la vida. Puede que no supieran escribir, pero las calamidades agudizan el ingenio. Sabían sobrevivir.
Thomas posee un valioso secreto, en teoría, y ha sido acusado por la autoridad, que le persigue, pero en vez de huir se queda para cortejar a la esposa de un fanático con experiencia en las armas. Fanny le da calabazas pero él insiste en reeducar a John y dictar su Ley. Y luego existen otros detalles que, aunque menos importantes, tampoco encajan demasiado bien. Y es una pena. Un aprobado raspadillo por el tema en cuestión, pero con un desarrollo lento y algunos cabos sueltos.