Esta película es simple y llanamente propaganda cristiana. Todos los cristianos que aparecen son esclavos y son maltratados, pero pese a ello, los cristianos cantan alegres y dan gracias al Señor.
Así es esta doctrina, que tienes que ser feliz con lo que Dios te manda (curioso, cuando te pasan cosas malas por culpa de otros es porque Dios te lo manda, pero cuando tú causas daño es por tu libre albedrío y serás condenado).

El que manda en la región es el procónsul. El aspirante al cargo se enamora de una esclava cristiana, pero su dueña romana está enamorado de él. Su despecho es enorme, al comprobar que ni su dinero, ni su posición social pueden combatir con las virtudes cristianas.

Por otro lado tenemos un ricachón que no quiere a este aspirante porque no es corrupto, y prefiere poner en el cargo a uno que le beneficie en sus asuntos.

Ricachón y romana despechada se alían para matar al actual procónsul y que el apadrinado por el ricachón sea elegido nuevo procónsul. Una vez logrado, culpan a los cristianos de la muerte (sí, sí, a todos, así como suena), y comienza la lucha de los que quieren al procónsul no corrupto y liberar a los cristianos, y los que se han apoderado del poder.

Las actuaciones están bien, salvo en las luchas a espada. Los tejemanejes son flojos comparados con otras películas del género. La doctrina cristiana inunda toda la película, haciendo especial hincapié en la resignación.

Sólo recomendable para viejas con rosario. Los ateos que se atrevan a verla que lo hagan con inhibidor de arcadas.