Otro dramón de Mankiewicz, de cierto tinte autobiográfico y con referencias a Freud, en el cual se rodea de monstruos de la pantalla grande como Elizabeth Taylor ( en dónde en esta película realiza una de sus mejores actuaciones), la gran Katherine Hepburn ( imposible decir cuál de todas sus actuaciones es mi favorita), y Montgomery Clift, que aunque en esta película pasa a un segundo plano frente a las otras dos, tenemos que considerar la categoría de tremendo actor.

Quizás uno de los puntos fuertes de la película sea la gran diversidad de temas que trata, además de las soberbias actuaciones de los tres protagonistas y el diálogo de los mismos, la película fluye en torno al misterioso y enigmático personaje de Sebastian, el cual lo presentan al principio de la película como alguien para adorar y a medida que transcurre la película toma una apariencia más humana, con sus defectos y debilidades y sobre todo, con sus secretos, como todos.

La ambientación contribuye a mantener la tensión y el desasosiego que provoca en el espectador el desarrollo de la historia ( y posterior desenlace del mismo), es por tanto, una de esas películas redondas, completas, que merece la pena ver más de una vez y sobre todo, si eres fan de estas dos grandes señoras del cine.