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Voto de Juan Marey:
8
Bélico. Western A principios de la Guerra de la Independencia Norteamericana (1775-1783) Colbert y Fonda forman parte de un grupo de campesinos rebeldes establecidos en una zona fronteriza del norte del estado de Nueva York, en la que luchan contra las tropas británicas y contra los indios. El maestro Ford exalta el espíritu patriota y los valores pioneros de los colonos al tiempo que retrata otro capítulo de la historia americana.
5 de junio de 2016
17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque no esté dentro de las numerosas obras maestras con las que cuenta la productiva filmografía de John Ford, “Corazones indomables” es una brillante película. Ford, basándose en la novela de Walter D. Edmonds ‘Drums along the Mohawk’, quiso realizar su particular homenaje al mencionado valle, un enclave fronterizo que resistió por sí mismo hasta la llegada de las tropas del general George Washington.

En esta película encontraremos muchas de las constantes del cine de John Ford: acción, drama, humor, amor… Sin ser una película redonda del tuerto genial, es una película maravillosa, realizada con un inmenso cariño por la historia de los Estados Unidos. Para ello, contó con una fotografía en color de Bert Glennon y Ray Rennahan que, casi, se convierte en un personaje más de la historia, la belleza y el cromatismo de unas imágenes dominadas por tonos azules es asombrosa y se impone y al propio tiempo se integra en las intenciones puestas por el maestro norteamericano a partir de un estupendo guión. Fue tan terminante este trabajo que Ford tardó casi diez años en volver a rodar en color por miedo a no igualar los resultados de ésta (el tiempo demostró que pudo superarlos).

Por poner algún pero y en contraposición con la estupenda actuación de Henry Fonda en el papel protagonista, nos fijaremos en la inadecuada elección de Claudette Colbert como su oponente femenina. Colbert, una mujer que formaba parte de manera tradicional de los fotogramas sofisticados y llenos de glamour, se daba de bruces con la imagen de los pioneros que se retratan aquí, además de todo ello, tuvo una penosa relación en el rodaje con el propio Ford aumentada por la camaradería que demostraba el director con Edna May Oliver, fantástica, inconmesurable en el papel de Sarah McKlennar. Y aunque pueda parecer un tópico, los personajes secundarios vuelven a brillar con luz propia en una película de John Ford, como Caldwell, el indio Blue Back, o el introvertido doctor Petry (Russell Simpson), o el animoso Adam Hartman (Ward Bond), pero por encima de todos, como ya hemos comentado, brilla con luz propia la viuda McKlennar, interpretada por Edna May Oliver, nominada al Oscar a la mejor actriz de reparto, el papel de Edna, que se definía a sí misma como “una mujer con cara de caballo”, es memorable: divertido, agrio y entrañable a partes iguales.

Otra estupenda película de Ford, sin sentimentalismos gratuitos, además de un pequeño manual de historia de la fundación de los Estados Unidos a través de los hipnóticos ojos azules de Henry Fonda. Con sencillez y humanidad una vez más el viejo maestro logra transmitir la magia eterna de un artista que entre un plano a otro podía llegar a emocionarte y al siguiente, y con lágrimas en los ojos, abrirte una sonrisa. Siempre… siempre merece la pena ver una película dirigida por John Ford… aunque no sea de las mejores que hizo.
Juan Marey
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