Tras cumplir como un valiente (porque gran parte del resurgir del género se debe a él) con la saga de ‘Piratas del Caribe’ y un encargo a mayores de Bruckheimer, el director Gore Verbinski se ha ganado a pulso hacer la película que le diese la gana. Gracias a eso, tenemos ‘La Cura del Bienestar’ un film de moderado presupuesto, que luce gracias al buen hacer de su responsable principal.

Es la historia de un ejecutivo más, de esos que vive estresado por los números, intentando sobresalir en el mundo de hienas de Wall Street. Su última misión parece sencilla: traer de vuelta al máximo dirigente que está de “retiro espiritual” indefinido. Pero una vez que se traslade al sitio en cuestión, un idílico balneario, el misterio y la intriga (adornada con una adecuada banda sonora con nana incluida) se apoderarán de una cinta que se enorgullece enormemente de su acabado final. Es decir, muestra más interés en mostrar que en contar.

Decide que el espectador es inteligente y ahorra explicaciones innecesarias que puedan torpedear la narración y alarguen su, ya de por sí, desmedido metraje de dos horas y veinte minutos. Habrá quien se deje llevar por el misterio y habrá quien, como a un servidor, no le hubiera venido mal un par de pistas más para terminar de encontrarle el sentido completo de la historia.

Con todo y con eso, con sus rarezas y cuerpos feos, sus anguilas y sus terapias, es un film llamativamente curioso que engancha. ‘La Cura del Bienestar’ es un patito feo esperando una oportunidad. Es de esas películas que necesitan un poco de reposo para terminar de valorarlas correctamente.

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