Hay dos cosas que hacen que esta película pase de ser un western superior a la media a obra clásica y esas cosas son Clint Eastwood y el genial Ennio Morricone.

Leone le dio giro a lo que hasta entonces se conocía como western. El director italiano cambió por completo las reglas de un género profundamente americano. El protagonista rompía todos los moldes del típico héroe. Testarudo, seco, cínico, solitario... frases con una mordacidad insólitas. Su aparición al comienzo es toda una declaración de intenciones. Testigo de una injusticia, no actúa y se dedica a mirar ¿Héroe o villano? La historia se guarda la respuesta, y nos muestra a un tipo que lucha por sobrevivir, que va de un sitio a otro sin un destino cierto, alguien que no tiene ningún tipo de moral; ofreciendo sus servicios al mejor postor, aunque aquí se ofrece a los dos bandos que se disputan el poder en el pueblo, ni siquiera aquí su falta de ética nos deja claro si va con los buenos y con los malos.

Clint Eastwood está enorme, creando un personaje que no se aleja mucho de cualquier malo de los westerns clásicos. Es un tipo tranquilo que no duda en apuntar con su pistola y en matar a sangre fría; un personaje de corazón helado que a simple vista parece no sentir absolutamente nada, su mirada dura no permite que nada y nadie se le escape. Un hombre muy inteligente que no vacila en buscarse problemas si eso le reporta dinero. Aunque cuando los inocentes sufren no duda en ayudar, a pesar de su falta de empatía, la injusticia es algo que no tolera. Destacar por otro lado la magnífica y simple música compuesta por Ennio Morricone, que es más que un mero acompañamiento musical. Sus temas armoniosos nos muestran los sentimientos de los protagonistas y nos ayudan a entrar dentro de ese juego tenso y psicológico que es el duelo, la música sugiere y avasalla.

La película es tan sencilla como seca tal como su puesta en escena, unos decorados muy sobrios. La dirección de Leone es elegante, natural e incluso surrealista en los momentos finales, una historia como cualquier otro western que se precie en la que solo cabe disfrutar de esos momentos que te da estas películas del género. Ese cruce miradas, esos disparos sin sangre, esa música atronadora que envuelve la escena de grandeza, ese cinismo que duele más que una herida de bala, y ese Clint Eastwood desafiante.