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Voto de Giskdan:
6
6.0
43,453
Ciencia ficción. Acción
Cuando legiones de monstruosas criaturas, denominadas Kaiju, comienzan a salir del mar, se inicia una guerra que acabará con millones de vidas y que consumirá los recursos de la humanidad durante interminables años. Para combatir a los Kaiju gigantes diseñan un tipo especial de arma: enormes robots, llamados Jaegers, que son controlados simultáneamente por dos pilotos cuyas mentes están bloqueadas en un puente neural. Pero incluso los ... [+]
13 de julio de 2013
21 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tal vez no sea una elección casual del guión, que los protagonistas de "Pacific Rim" se vean obligados a rememorar sus recuerdos infantiles dentro de las cabinas de pilotaje. También estos robots están asociados seguramente a momentos gratos y agridulces de la juventud de Guillermo del Toro, y de la de todos los que crecimos frente a la tele, sentados en el piso de piernas cruzadas, admirando a estos cíclopes de acero inoxidable.
Cuando yo estaba en la escuela primaria, no había playstations ni Xbox. Los dibujos animados eran nuestro principal placer. Cierto día, la familiar comicidad televisiva de los Bugs Bunny, Correcaminos y Coyotes, comenzó a sufrir la intromisión de unos extraños de ojazos grandes como platos, dramatismo inusual y violencia más real que caerse de un acantilado dejando una nubecilla, o que te explotara una bomba marca “ACME”.
Las animaciones niponas comenzaban a meter su nariz en occidente. En aquellos momentos, mocosos de nosotros, no sabíamos que eran japoneses (¿cómo iban a serlo con esos ojos tan redondos?). Sólo sabíamos que eran muy diferentes al resto, y al principio no nos gustaban demasiado. Resoplábamos de fastidio cuando en el programa de dibujos diario aparecía Heidi, una pendeja insoportable que se la pasaba torturando cabras, o Astroboy, un pinocho de metal afeminado al que le salía fuego de las patas.
Pero un día, apareció algo fascinante. Un robot, gigante e inexpresivo, surgía cada mañana desde el fondo de una piscina llena de agua, para recibir a un piloto inexperto que tenía problemas para aterrizar su avioneta dentro del cráneo metálico, desde donde lo tripulaba. Lo acompañaba una robotina rosada cuyas tetas se convertían en misiles destructores disparados hacia el enemigo (si lo hicieran hoy día, las asociaciones feministas lo harían censurar por “sexista”).
En sus épicos enfrentamientos con los robots-monstruos enemigos, destruía rascacielos a granel, masacrando a vaya saber cuantos miles de inocentes. Vencía al robot atacante, pero terminaba destruyendo media ciudad en el proceso. Uno casi podía imaginar al sufrido gobernador de Tokyo suplicando: “Gracias, Mazinger, pero por favor, no nos salves más, nosotros solos nos arreglamos” (cualquier parecido con el nuevo Superman, es pura coincidencia).
Luego llegaría Robotech, con sus historias y conflictos “adultos”, en sus aviones y motos que se convertían en mechas, y ya no habría vuelta atrás: los robots king size habían conquistado nuestros corazones infantiles. Lo siento Correcaminos y Hormiga Atómica, pero ya no los quiero más.
Del Toro complace a esos niños internos, sin insultar la inteligencia de los adultos en que se convirtieron. Titanes del Pacífico es la película que todos esperábamos que hubiese sido Transformers, si no la hubiera dirigido el tarado de Michael Bay. Es lo que quisiéramos que hubiese sido Godzilla, si no la hubiera dirigido el tarado de Roland Emmerich.
SIGUE EN SPOILER, PERO SIN NINGÚN SPOILER, LEA TRANQUILO:
Cuando yo estaba en la escuela primaria, no había playstations ni Xbox. Los dibujos animados eran nuestro principal placer. Cierto día, la familiar comicidad televisiva de los Bugs Bunny, Correcaminos y Coyotes, comenzó a sufrir la intromisión de unos extraños de ojazos grandes como platos, dramatismo inusual y violencia más real que caerse de un acantilado dejando una nubecilla, o que te explotara una bomba marca “ACME”.
Las animaciones niponas comenzaban a meter su nariz en occidente. En aquellos momentos, mocosos de nosotros, no sabíamos que eran japoneses (¿cómo iban a serlo con esos ojos tan redondos?). Sólo sabíamos que eran muy diferentes al resto, y al principio no nos gustaban demasiado. Resoplábamos de fastidio cuando en el programa de dibujos diario aparecía Heidi, una pendeja insoportable que se la pasaba torturando cabras, o Astroboy, un pinocho de metal afeminado al que le salía fuego de las patas.
Pero un día, apareció algo fascinante. Un robot, gigante e inexpresivo, surgía cada mañana desde el fondo de una piscina llena de agua, para recibir a un piloto inexperto que tenía problemas para aterrizar su avioneta dentro del cráneo metálico, desde donde lo tripulaba. Lo acompañaba una robotina rosada cuyas tetas se convertían en misiles destructores disparados hacia el enemigo (si lo hicieran hoy día, las asociaciones feministas lo harían censurar por “sexista”).
En sus épicos enfrentamientos con los robots-monstruos enemigos, destruía rascacielos a granel, masacrando a vaya saber cuantos miles de inocentes. Vencía al robot atacante, pero terminaba destruyendo media ciudad en el proceso. Uno casi podía imaginar al sufrido gobernador de Tokyo suplicando: “Gracias, Mazinger, pero por favor, no nos salves más, nosotros solos nos arreglamos” (cualquier parecido con el nuevo Superman, es pura coincidencia).
Luego llegaría Robotech, con sus historias y conflictos “adultos”, en sus aviones y motos que se convertían en mechas, y ya no habría vuelta atrás: los robots king size habían conquistado nuestros corazones infantiles. Lo siento Correcaminos y Hormiga Atómica, pero ya no los quiero más.
Del Toro complace a esos niños internos, sin insultar la inteligencia de los adultos en que se convirtieron. Titanes del Pacífico es la película que todos esperábamos que hubiese sido Transformers, si no la hubiera dirigido el tarado de Michael Bay. Es lo que quisiéramos que hubiese sido Godzilla, si no la hubiera dirigido el tarado de Roland Emmerich.
SIGUE EN SPOILER, PERO SIN NINGÚN SPOILER, LEA TRANQUILO:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Del Toro le da Zack Snyder una lección de cómo hacer una película de acción sin sobrecargarla ni agobiar al espectador: espaciando las escenas pirotécnicas y tomándose el tiempo que sea necesario para presentarnos a los protagonistas como Dios manda. Las batallas campales también son espectaculares e impactantes, pero a diferencia de lo que sucedía con El Hombre de Acero, llegamos a conocer bien a los hombrecitos que viajan dentro.
Aunque la idea de la “conexión neuronal” entre los pilotos resulte un poco ridícula, es este recurso el que consigue hacer el truquito. Como ambos pilotos deben ser compatibles emocionalmente y laburar en equipo, la relación entre los personajes adquiere una mayor importancia, y nuestro interés se ve capturado por ellas.
A este mundo se lo debe salvar en parejas, y al igual que con las amorosas, no puede haber divorcios. Para cuando las gigantescas batallas finales entre jaegers y kaijus tienen lugar, todos los personajes ya están desarrollados, incluidos los secundarios. A SuperEmo y Luisa Lane les faltan todavía como dos secuelas más para que eso pase. ¡Teléfono, Zack!
¡EXTRA, EXTRA!:
- Ojo que hay escena post-créditos
- Los cameos de los amiguetes de siempre
- ¿Ron Perlman con su navaja en la nariz hace un homenaje a “Chinatown”, o soy yo que exagero y ya veo referencias cinéfilas en cualquier lado?
- Según informaciones, Rinko Kikuchi tendría un contrato especial con Hollywood, que especifica que si no se tiñe las puntas del pelo de algún color ridículo, no le permiten trabajar.
http://www.videovengador.com.ar/
Aunque la idea de la “conexión neuronal” entre los pilotos resulte un poco ridícula, es este recurso el que consigue hacer el truquito. Como ambos pilotos deben ser compatibles emocionalmente y laburar en equipo, la relación entre los personajes adquiere una mayor importancia, y nuestro interés se ve capturado por ellas.
A este mundo se lo debe salvar en parejas, y al igual que con las amorosas, no puede haber divorcios. Para cuando las gigantescas batallas finales entre jaegers y kaijus tienen lugar, todos los personajes ya están desarrollados, incluidos los secundarios. A SuperEmo y Luisa Lane les faltan todavía como dos secuelas más para que eso pase. ¡Teléfono, Zack!
¡EXTRA, EXTRA!:
- Ojo que hay escena post-créditos
- Los cameos de los amiguetes de siempre
- ¿Ron Perlman con su navaja en la nariz hace un homenaje a “Chinatown”, o soy yo que exagero y ya veo referencias cinéfilas en cualquier lado?
- Según informaciones, Rinko Kikuchi tendría un contrato especial con Hollywood, que especifica que si no se tiñe las puntas del pelo de algún color ridículo, no le permiten trabajar.
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