En determinadas ocasiones, no hacer caso a la crítica "especializada" puede ser una tarea no sólo recomendable sino gratificante. "El sueño de Casandra" es una película que carece de las dificultades de las grandes obras de Woody Allen pero no por ello deja de ser una película realmente interesante a la par que sorpresiva.

Contar una historia tan compleja como la mente humana y hacerlo de una manera aparentemente mundana es el gran acierto de esta película. Y es que debajo de todo la historia, en determinadas ocasiones demasiado densa y en otras brillantemente ágil, laten las grandes preguntas que se ha hecho el ser humano desde que tiene conciencia de las consecuencias de sus actos.

Quizá la única pega sea el ritmo, demasiado irregular en su conjunto. Tampoco el tono gélido que gravita en torno a todo el (mínimamente excesivo) metraje ayuda a conectar con lo que se pretende contar. El director se aleja demasiado de la forma en favor del contenido del discurso. Colin Farrell brinda una interpretación de lujo en una película en la que el elenco actoral no es lo más destacado. Una vez más Woody Allen nos regala una profundísima reflexión sobre el lado más oscuro de nuestra alma y pone en evidencia la lamentable influencia de determinada crítica y el borreguismo del espectador que la idolatra.