Casi al final de la película una enfermera al comprobar que el protagonista ha dejado de respirar dice esta frase ¡Ha dejado de sufrir!. Y es exactamente lo mismo que decimos nosotros al acabar la película, ¡Hemos dejado de sufrir!. Y es que esta película es un continuo sufrir. Sufrir por entender el contexto general de la película. Sufrir por entender los dialogos. Sufrir por los saltos en la narración. Sufrir por intentar entender a los personajes. Y sobre todo sufrir por esos giros continuos de la cámara alrededor de algunos personajes, que acaba por provocarnos un colocón digno de cualquier montaña rusa.
En resumen si pretendes conocer la vida de este gran pintor que fue Klimt, no pierdas el tiempo con esta pelicula. Comprate un libro.
Si por el contrario quieres vivir una paranoia con Malkovich de invitado principal, en una Viena decadente y alejada de la realidad, esta es tu película. Disfrútala y no te preocupes por los efectos secundarios. A un servidor casi no le han quedado secuelas y estoy en vias de olvidar completamente todo lo visto.