Una curiosa película desarrollada íntegramente en una habitación de un juzgado con la particularidad de que ni siquiera la habitación era real pues los supuestos edificios que se veían por las ventanas eran pura y simplemente decorados.

Dicho esto cualquiera podría presuponer que se trata de un bodrio de película hecha con tres dólares … pero nada más lejos de la realidad, son doce hombres dilucidando sin descanso acerca de la culpabilidad o inocencia de un acusado al que se le podría condenar a muerte.

Una lucha continua entre doce caracteres muy diferentes que se van mostrando tal cual son, unos indecisos que se dejan llevar por los acontecimientos, otros llenos de sensatez y de razón y finalmente algunos cargados de prejuicios.

Sidney Lumet dirige con maestría la película mostrándonos unos asombrosos primeros planos de los protagonistas en los que muestran nos su verdad y determinación.

Excelente el gigante de la pantalla Henry Fonda que con su figura enjuta y su expresión cargada de humanidad consigue siempre transmitir credibilidad al espectador.

En fin, un clásico del cine que no debemos perdernos.