Media votos
8.2
Votos
1,496
Críticas
19
Listas
3
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
- Sus redes sociales
-
Compartir su perfil
Voto de Pelis En Galego:
10
7.0
16,338
Comedia. Drama
Tras la Semana de la moda, Carl y Yaya, pareja de modelos e influencers, son invitados a un yate en un crucero de lujo. Mientras que la tripulación brinda todas las atenciones necesarias a los ricos invitados, el capitán se niega a salir de su cabina, a pesar de la llegada inminente de la célebre cena de gala. Los eventos toman un giro inesperado y el equilibrio de poder se invierte cuando se levanta una tormenta que pone en peligro el confort de los pasajeros. [+]
5 de febrero de 2023
24 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
A Ruben Östulund le encanta la sociología, no lo digo yo, lo dice él. Y se nota. Ya en su anterior film "The square" nos mostraba un retrato quirúrgico y satírico de la élite económica y cultural de las sociedades humanas capitalistas occidentales, que se han apropiado del arte como medio de distinción social para separarse totalmente de la clase trabajadora, de los pobres, a los que antes pertenecía el arte, pero que ahora les es vetado por caro, no por capacidad de entenderlo o hacerlo.
Ya en ese film muestra de manera prístina la estupidez y superficialidad de ese mundo de postureo, posmoderno, líquido como diría Baunman, en el que nada significa nada, solo vale dinero, y cuando vale mucho, entonces se convierte en genialidad, aunque realmente sea una basura. Ese film es magnífico, pero este lo supera. Y mira que era difícil.
En "El triángulo de la tristeza" (2022) la carga satírica nunca descansa, cada minuto del metraje es una maravilla, todo tiene un significado profundo, perfectamente ilustrado y entendible a través de las imágenes que Östulund nos propone. Es un prodigio visual porque es un tratado de sociología y filosofía hecho película, y encima divertida. Toda la absurdez que empapa nuestra sociedad capitalista y su empeño en dividir a la humanidad en clases sociales dominadoras y dominadas, y no seguir los principios de igualdad y derechos humanos para hacer de este mundo algo un poco menos patético, es mostrada de manera excelente, amena y divertida por Östulund. No sobra ni un segundo, ni una imagen, todo encaja perfectamente y tiene su correlato con una idea sociológica, política o filosófica.
Cuanto más pienso en ella, más significados le saco a cada momento. Es para ver varias veces y disfrutarla lentamente y escribir sobre cada fotograma. Por eso mi crítica la dejo en "spoilers", porque me es imposible no comentar cada detalle del argumento. Es una genialidad.
Ya en ese film muestra de manera prístina la estupidez y superficialidad de ese mundo de postureo, posmoderno, líquido como diría Baunman, en el que nada significa nada, solo vale dinero, y cuando vale mucho, entonces se convierte en genialidad, aunque realmente sea una basura. Ese film es magnífico, pero este lo supera. Y mira que era difícil.
En "El triángulo de la tristeza" (2022) la carga satírica nunca descansa, cada minuto del metraje es una maravilla, todo tiene un significado profundo, perfectamente ilustrado y entendible a través de las imágenes que Östulund nos propone. Es un prodigio visual porque es un tratado de sociología y filosofía hecho película, y encima divertida. Toda la absurdez que empapa nuestra sociedad capitalista y su empeño en dividir a la humanidad en clases sociales dominadoras y dominadas, y no seguir los principios de igualdad y derechos humanos para hacer de este mundo algo un poco menos patético, es mostrada de manera excelente, amena y divertida por Östulund. No sobra ni un segundo, ni una imagen, todo encaja perfectamente y tiene su correlato con una idea sociológica, política o filosófica.
Cuanto más pienso en ella, más significados le saco a cada momento. Es para ver varias veces y disfrutarla lentamente y escribir sobre cada fotograma. Por eso mi crítica la dejo en "spoilers", porque me es imposible no comentar cada detalle del argumento. Es una genialidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Para todos aquellos que dicen que en la isla Abigail se comporta igual que los ricos del barco, que cuando está en una posición de poder lo ejerce sin escrúpulos y saca provecho de él comportándose como una déspota igual que se comportaban con ella, decirle que están completamente equivocados. Y aquí está la argumentación.
En primer lugar, aclarar que el barco es una metáfora de nuestra sociedad occidental capitalista, un barco/sociedad tan inestable que una sola persona de izquierdas de verdad —el capitán—, alguien que no se doblegue a los mandatos de los ricos y que haya leído un par de libros de los que sacar ideas/frases socialistas que remueven conciencias, es capaz de hacerla tambalear y ponerla patas arriba, aunque no de hundirla, hundirla solo se puede mediante la acción revolucionaria —la de los piratas.
En el barco Abigail y los de su clase trabajan durísimo, podríamos decir que son esclavos, de hecho, lo único que los separa de la esclavitud es un pírrico salario que reciben a final de mes, sin embargo, los de la clase superior, los que son déspotas, los que la explotan a ella y a los de su clase —la clase trabajadora, por si no te habías dado cuenta— NO HACEN NADA. La élite económica NO HACE NADA. Solo tiene el dinero, y con ello, los bienes de producción, pero NO APORTAN NADA a la sociedad, solo extraen privilegios. El director y guionista lo deja claro ridiculizándolos: uno es rico porque vende mierda —literalmente—, otro es rico porque vende armas y otros son ricos porque son modelos —quien sostiene al mundo de la moda, del que viven los protagonistas guapos, son los niños pobres explotados de Bangladesh, China, India, etcétera—. Los que trabajan duro y permiten que esos ricos ganen millones son la clase trabajadora. Los otros NO HACEN NADA.
Ahora nos vamos a la isla. En este nuevo escenario, Abigail está en una posición de poder, PERO, lo está porque ES LA QUE TRABAJA. Es déspota con LOS QUE NO HACEN NADA. Castiga a LOS QUE NO HACEN NADA. ¿Veis la diferencia? Podríamos decir incluso que Abigail LOS ESTÁ EDUCANDO. De hecho, el oligarca ruso es el único que se da cuenta de que lo que hace Abigail es LO JUSTO —quizá es el único que se da cuenta porque es ruso y en su plan de estudios estuvo incluida la asignatura de filosofía y estudió a autores como Marx y Engels—, y de hecho cita una frase de Marx "De cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades." Si os fijáis un poco más aún, os daréis cuenta de que, en la nueva sociedad formada en la isla, hay una persona discapacitada, a la que Abigail trata bien, ¿por qué? PORQUE NO PUEDE TRABAJAR. Los exricos sí, y hasta que trabajen no serán tratados de manera justa.
Por eso Abigail no es igual que los ricos del barco. Está clarísimo.
Y ahora queda el final. Otra vez no es que Abigail sea mala como los ricos del barco y que todos los seres humanos somos iguales: violentos y egoístas. Recordemos que el director y guionista nos ha estado TODO EL RATO citando a Marx, y que hasta el oligarca ruso lo cita en la isla. El final hay que entenderlo en clave marxista.
Por lo tanto, lo que representa el final es que aunque tengas el paraíso en la tierra, aunque estés tranquilo en tu pueblo perdido con vacas y gallinas, aunque hayas alcanzado el equilibrio social y una sociedad justa e igualitaria, el capitalismo aparecerá allí donde estés para destruirlo todo, para arrasarlo y dejarte sin nada. (Y quien me tache de exagerado que se vea el documental “la pesadilla de Darwin”, solo por citar el más significativo.)
El final nos cuenta que el capitalista de la cima de la pirámide social puede parecer tu amigo —las primeras palabras de Yaya a Abigail— pero al final, va a volver a explotarte en cuanto pueda —las últimas palabras de Yaya—. Que al capitalismo —personificado en Yaya— no lo puedes domar, regularizar o socialdemocratizar porque siempre te la mete doblada. Que al capitalismo hay que destruirlo, porque sino, siempre volverá para ejercer su injusticia social.
En primer lugar, aclarar que el barco es una metáfora de nuestra sociedad occidental capitalista, un barco/sociedad tan inestable que una sola persona de izquierdas de verdad —el capitán—, alguien que no se doblegue a los mandatos de los ricos y que haya leído un par de libros de los que sacar ideas/frases socialistas que remueven conciencias, es capaz de hacerla tambalear y ponerla patas arriba, aunque no de hundirla, hundirla solo se puede mediante la acción revolucionaria —la de los piratas.
En el barco Abigail y los de su clase trabajan durísimo, podríamos decir que son esclavos, de hecho, lo único que los separa de la esclavitud es un pírrico salario que reciben a final de mes, sin embargo, los de la clase superior, los que son déspotas, los que la explotan a ella y a los de su clase —la clase trabajadora, por si no te habías dado cuenta— NO HACEN NADA. La élite económica NO HACE NADA. Solo tiene el dinero, y con ello, los bienes de producción, pero NO APORTAN NADA a la sociedad, solo extraen privilegios. El director y guionista lo deja claro ridiculizándolos: uno es rico porque vende mierda —literalmente—, otro es rico porque vende armas y otros son ricos porque son modelos —quien sostiene al mundo de la moda, del que viven los protagonistas guapos, son los niños pobres explotados de Bangladesh, China, India, etcétera—. Los que trabajan duro y permiten que esos ricos ganen millones son la clase trabajadora. Los otros NO HACEN NADA.
Ahora nos vamos a la isla. En este nuevo escenario, Abigail está en una posición de poder, PERO, lo está porque ES LA QUE TRABAJA. Es déspota con LOS QUE NO HACEN NADA. Castiga a LOS QUE NO HACEN NADA. ¿Veis la diferencia? Podríamos decir incluso que Abigail LOS ESTÁ EDUCANDO. De hecho, el oligarca ruso es el único que se da cuenta de que lo que hace Abigail es LO JUSTO —quizá es el único que se da cuenta porque es ruso y en su plan de estudios estuvo incluida la asignatura de filosofía y estudió a autores como Marx y Engels—, y de hecho cita una frase de Marx "De cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades." Si os fijáis un poco más aún, os daréis cuenta de que, en la nueva sociedad formada en la isla, hay una persona discapacitada, a la que Abigail trata bien, ¿por qué? PORQUE NO PUEDE TRABAJAR. Los exricos sí, y hasta que trabajen no serán tratados de manera justa.
Por eso Abigail no es igual que los ricos del barco. Está clarísimo.
Y ahora queda el final. Otra vez no es que Abigail sea mala como los ricos del barco y que todos los seres humanos somos iguales: violentos y egoístas. Recordemos que el director y guionista nos ha estado TODO EL RATO citando a Marx, y que hasta el oligarca ruso lo cita en la isla. El final hay que entenderlo en clave marxista.
Por lo tanto, lo que representa el final es que aunque tengas el paraíso en la tierra, aunque estés tranquilo en tu pueblo perdido con vacas y gallinas, aunque hayas alcanzado el equilibrio social y una sociedad justa e igualitaria, el capitalismo aparecerá allí donde estés para destruirlo todo, para arrasarlo y dejarte sin nada. (Y quien me tache de exagerado que se vea el documental “la pesadilla de Darwin”, solo por citar el más significativo.)
El final nos cuenta que el capitalista de la cima de la pirámide social puede parecer tu amigo —las primeras palabras de Yaya a Abigail— pero al final, va a volver a explotarte en cuanto pueda —las últimas palabras de Yaya—. Que al capitalismo —personificado en Yaya— no lo puedes domar, regularizar o socialdemocratizar porque siempre te la mete doblada. Que al capitalismo hay que destruirlo, porque sino, siempre volverá para ejercer su injusticia social.