El delirio de un cinéfilo. La magistral lección de un erudito, que homenajea el cine de género en un inteligente mosaico, cargado de ironía, humor, maniqueísmo y violencia –gratuita o no-
¡Que gozada, que magnífica metáfora la de reunir a toda una colección de malos oficiales, histriónicos, casi todos sacados de la realidad histórica, para encerrarlos en un cine de barrio y pegarles fuego, mientras se proyecta una grotesca y burda versión nazi de una exaltación de un héroe, satirizando “Sargento York"!.
El holocausto se invierte. La caricatura se vuelve mordaz y alcanza niveles de paroxismo. La tarantiniana mezcla de humor negro y violencia desborda al espectador. El ritmo es trepidante y te deja pegado a la butaca en diferentes "tempos", que evocan estilos varios del cine de acción. Todo un homenaje a ellos.
Maniqueísmo y violencia: una combinación infalible.
La cinefilia está presente y la erudición se manifiesta en tono ácido, recreando el ambiente de la UFA y el mundo del cine europeo de los años 30/40. Muy bueno y sutil el gag de enviar un comando inglés a boicotear un estreno cinematográfico al que asisten los jerarcas nazis. ¡El susodicho no es otra cosa que un crítico de cine!
La Historia, con mayúscula, no importa. La realidad no tiene límites, como la imaginación.
Se pueden quemar toneladas de celuloide, e incluso la propia Historia, si con ellos se logran icinerar los fantasmas propios y los compartidos, invirtiendo los términos de la realidad. Una excelente metáfora y una delirante fantasía, fruto de una fértil e inteligente mente: la de un Tarantino en magnífica forma.