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Voto de Messer E Vork:
7
6.9
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Drama
Macbeth, valeroso general escocés, recibe la visita de tres brujas que le profetizan que un día será rey. Aprovechando que el rey Duncan se aloja en su casa, y espoleado por su esposa, Macbeth lo asesina y es proclamado rey de Escocia. Sin embargo, para mantenerse en el trono, se verá obligado a seguir cometiendo más crímenes; mientras tanto, su esposa, abrumada por los remordimientos, se derrumba. (FILMAFFINITY)
17 de junio de 2011
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Roman Polanski recoge el guante que lanzó Shakespeare en el siglo XVII y, pese a que no logra superarle a lo alto, consigue igualarlo a lo ancho. El director logra enriquecer el texto original con varios añadidos que dotan de un mayor grado de complejidad a este muestrario de las bajas pasiones de la humanidad (spoiler). Centrados en el campo cinematográfico, la película solamente puede definirse como sombría y fría. En todo, en el ambiente, en las sensaciones que da, en el desarrollo de los acontecimientos, en las interpretaciones… Todo es sombrío y frío y eso provoca que, de vez en cuando, la cinta se haga algo lenta y artificiosa, aunque el balance final es positivo y muy interesante. Para mi gusto, muchas de las escenas de violencia podrían haber sido algo suavizadas en algún tramo concreto, pero quieras que no es uno de los toques distintivos de esta producción (que muchos han querido vincular con los desgraciados sucesos que rodearon la muerte de la esposa de Polanski).
John Finch compone a un MacBeth correcto y que, al igual que su esposa (correcta también, pero menos y con una evolución que se me hace apresurada, aunque tal vez esto venía ya de Shakespeare), es más joven que en la obra original, con lo cual la sensación de autodestrucción se hace más patente por lo anticipada. El resto del reparto conforma una galería de personajes solventes en la que destacaría, por carisma, a Banquo (Martin Shaw), Ross (John Stride) y Duncan (Nicholas Selby).
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Más críticas en:
https://unblogacincoalturas.wordpress.com/
John Finch compone a un MacBeth correcto y que, al igual que su esposa (correcta también, pero menos y con una evolución que se me hace apresurada, aunque tal vez esto venía ya de Shakespeare), es más joven que en la obra original, con lo cual la sensación de autodestrucción se hace más patente por lo anticipada. El resto del reparto conforma una galería de personajes solventes en la que destacaría, por carisma, a Banquo (Martin Shaw), Ross (John Stride) y Duncan (Nicholas Selby).
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Las tres brujas son más realistas (dos ancianas y una joven que las ayuda, porque ¿cómo iban a poder sobrevivir tres ancianas en solitario?) y más escocesas (de ahí que cuando Macbeth va a verlas esten reunidas con otras brujas en un aquelarre multitudinario, pues las hechiceras de Escocia solían ser más sociables que sus homólogas inglesas, a las que Shakespeare tomó de modelo). Además, ellas buscan a Macbeth pero no directamente, se ponen en su camino y se dejan encontrar. Su intervención se ve reducida y eso contribuye a reforzar la idea de que es la propia y hasta entonces soterrada ambición del protagonista (de la humanidad) la que hace que las cosas degeneren.
El asesinato del rey Duncan, omitido en la obra y en el resto de películas, nos es mostrado en toda su crudeza. Un acierto, en mi opinión, pues no estamos en esa época donde los reyes eran algo sagrado y no se les podía ver morir en la ficción, amén de que ese brutal asesinato nos ayuda a ver in situ la degradación, el fango en el que sumergen los protagonistas por lograr una corona.
Ross, en la obra un personaje inocuo (como casi todos los secundarios), pasa aquí a ser un hombre ambicioso y ruin, que acude a vitorear a Macbeth para sacar provecho, que le hace los trabajos más sucios (como ponerle a su rey en bandeja las vidas de la mujer y los hijos de su propio primo MacDuff) y que, al no ver recompensado su peloteo con un buen cargo, se pasa al bando contrario para probar suerte adulando a Malcom.
En el final, tras la muerte de Macbeth (algo alargada con un primer duelo con MacDuff que no aporta nada), Polanski muestra al hermano de Malcom, Donalbain, llegar al mismo páramo donde las brujas se dejaron encontrar por Macbeth. Él deja aparcado su caballo y entra a las ruinas a atraido por su lúgubres cánticos. El plano final de las ruinas con el caballo al lado es muy revelador. La humanidad es como es y siempre habrá un caballo esperando a su dueño en ese lugar, porque siempre habrá alguien dispuesto a dejarse corromper por el poder. Y no solo en Escocia, sino en cualquier parte.
Este final, aparte de más redondo, es hasta más histórico, ya que efectivamente Donalbain fue rey de Escocia (tras el asesinato de su hermano Malcom a manos de un noble) pasando por delante de sus sobrinos y legítimos herederos, con los cuales tuvo que pelear durante todo su reinado.
El asesinato del rey Duncan, omitido en la obra y en el resto de películas, nos es mostrado en toda su crudeza. Un acierto, en mi opinión, pues no estamos en esa época donde los reyes eran algo sagrado y no se les podía ver morir en la ficción, amén de que ese brutal asesinato nos ayuda a ver in situ la degradación, el fango en el que sumergen los protagonistas por lograr una corona.
Ross, en la obra un personaje inocuo (como casi todos los secundarios), pasa aquí a ser un hombre ambicioso y ruin, que acude a vitorear a Macbeth para sacar provecho, que le hace los trabajos más sucios (como ponerle a su rey en bandeja las vidas de la mujer y los hijos de su propio primo MacDuff) y que, al no ver recompensado su peloteo con un buen cargo, se pasa al bando contrario para probar suerte adulando a Malcom.
En el final, tras la muerte de Macbeth (algo alargada con un primer duelo con MacDuff que no aporta nada), Polanski muestra al hermano de Malcom, Donalbain, llegar al mismo páramo donde las brujas se dejaron encontrar por Macbeth. Él deja aparcado su caballo y entra a las ruinas a atraido por su lúgubres cánticos. El plano final de las ruinas con el caballo al lado es muy revelador. La humanidad es como es y siempre habrá un caballo esperando a su dueño en ese lugar, porque siempre habrá alguien dispuesto a dejarse corromper por el poder. Y no solo en Escocia, sino en cualquier parte.
Este final, aparte de más redondo, es hasta más histórico, ya que efectivamente Donalbain fue rey de Escocia (tras el asesinato de su hermano Malcom a manos de un noble) pasando por delante de sus sobrinos y legítimos herederos, con los cuales tuvo que pelear durante todo su reinado.