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Voto de mnemea:
8
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7.4
45,194
Romance. Drama
Céline (Julie Delpy), una estudiante francesa, y Jesse (Ethan Hawke), un joven estadounidense que viaja por Europa tras ser abandonado por su novia, se conocen en un tren con destino a París. Cuando llegan a Viena, Jesse debe bajar porque al día siguiente regresa a su país, pero logra convencer a Céline para que pase la noche con él en la ciudad. En el curso de esa noche, se conocen a fondo, discuten sobre diversas cuestiones como la ... [+]
11 de noviembre de 2009
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
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Comenzaba a anochecer. Sentada en un tren con dirección a ningún lugar, iba mirando el paisaje, lo que quedaba atrás. Por el cristal no sólo se alejan los postes de luz y naranjos, a veces se abandonan retales de vida. Me doy cuenta de ello cuando la oscuridad sólo me permite ver mi propio reflejo en el cristal. Las despedidas a pie de andén son distintas cuando eres tú quien sube al vagón.
...
En el vagón hay una discusión, una pareja gritando en un idioma foráneo, sus gestos develan el disgusto que sus palabras no son capaces de transmitirnos. Vagamos todos en un mismo tren, él se acerca, le sonríe, ella lee un libro sentada junto a la ventanilla, unas popas palabras sirven para tomar algo juntos, unas espontáneas frases hacen que se interesen el uno por el otro. Lo desconocido, tratado con sinceridad puede atraer como cualquier otra locura en la vida. No se han dado cuenta, pero desde el otro lado del vagón-restaurante he visto cómo una chispa totalmente electrizante les atravesaba. Bajan del tren. Les sigo.
Pueden hablar de cualquier cosa, en cualquier atractivo lugar de esa ciudad que les pilla de paso a ambos, y bajo la promesa de pasar un día juntos antes de volver a sus recién estrenadas realidades. Hablan del amor, la vida, sus mundos, pero no desgastan su conversación. La complicidad fluye como si se tratara de dos personas que se conocen de toda una vida, pero el interés crece por no saber nada uno del otro y desear conocerlo todo. Es lo que observo al perseguirles por las extensas calles de la ciudad.
La magia reside en los detalles, ella afianza su naturalidad, él resulta siempre espontáneo. Tienen silencios resumidos con risas y son conscientes de estar disfrutando algo tan efímero como valioso.
Comenzaba a anochecer. Sentada en un tren con dirección a ningún lugar, iba mirando el paisaje, lo que quedaba atrás. Por el cristal no sólo se alejan los postes de luz y naranjos, a veces se abandonan retales de vida. Me doy cuenta de ello cuando la oscuridad sólo me permite ver mi propio reflejo en el cristal. Las despedidas a pie de andén son distintas cuando eres tú quien sube al vagón.
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En el vagón hay una discusión, una pareja gritando en un idioma foráneo, sus gestos develan el disgusto que sus palabras no son capaces de transmitirnos. Vagamos todos en un mismo tren, él se acerca, le sonríe, ella lee un libro sentada junto a la ventanilla, unas popas palabras sirven para tomar algo juntos, unas espontáneas frases hacen que se interesen el uno por el otro. Lo desconocido, tratado con sinceridad puede atraer como cualquier otra locura en la vida. No se han dado cuenta, pero desde el otro lado del vagón-restaurante he visto cómo una chispa totalmente electrizante les atravesaba. Bajan del tren. Les sigo.
Pueden hablar de cualquier cosa, en cualquier atractivo lugar de esa ciudad que les pilla de paso a ambos, y bajo la promesa de pasar un día juntos antes de volver a sus recién estrenadas realidades. Hablan del amor, la vida, sus mundos, pero no desgastan su conversación. La complicidad fluye como si se tratara de dos personas que se conocen de toda una vida, pero el interés crece por no saber nada uno del otro y desear conocerlo todo. Es lo que observo al perseguirles por las extensas calles de la ciudad.
La magia reside en los detalles, ella afianza su naturalidad, él resulta siempre espontáneo. Tienen silencios resumidos con risas y son conscientes de estar disfrutando algo tan efímero como valioso.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Porque el trato se centra en un solo día, un limitado encuentro, y cuanto más se conocen, más dura resulta la idea de no volver a tropezarse nunca más en el largo tiempo de sus vidas.
Ese extraño día de cómplices que no juzgan por desconocerse, ese día que todo amante debe conceder se diluye en una estación de tren, en un adiós que se corta con un "volvámonos a ver, en unos meses debemos encontrarnos aquí de nuevo."
Porque ha resultado demasiado especial para quebrar la ilusión en un instante, pero ha sido todo tan platónico, que al subir de nuevo al vagón donde ella se quedó mirando al infinito, yo supe que tal vez el encuentro sería imposible, pero hay recuerdos que duran hasta la eternidad, que para mí durará un día menos porque lo regalé al más prestigioso azar.
...
Comenzaba a amanecer. Sentada en un tren con dirección a su hogar, iba mirando el paisaje, lo que quedaba atrás. Por el cristal no sólo se alejan los postes de luz y los paisajes alemanes, a veces se abandonan retales de vida. Se da cuenta de ello cuando se fija en su propio reflejo en el cristal. Las despedidas a pie de andén son distintas cuando eres tú quien sube al vagón.
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Ese extraño día de cómplices que no juzgan por desconocerse, ese día que todo amante debe conceder se diluye en una estación de tren, en un adiós que se corta con un "volvámonos a ver, en unos meses debemos encontrarnos aquí de nuevo."
Porque ha resultado demasiado especial para quebrar la ilusión en un instante, pero ha sido todo tan platónico, que al subir de nuevo al vagón donde ella se quedó mirando al infinito, yo supe que tal vez el encuentro sería imposible, pero hay recuerdos que duran hasta la eternidad, que para mí durará un día menos porque lo regalé al más prestigioso azar.
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Comenzaba a amanecer. Sentada en un tren con dirección a su hogar, iba mirando el paisaje, lo que quedaba atrás. Por el cristal no sólo se alejan los postes de luz y los paisajes alemanes, a veces se abandonan retales de vida. Se da cuenta de ello cuando se fija en su propio reflejo en el cristal. Las despedidas a pie de andén son distintas cuando eres tú quien sube al vagón.
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