Última entrega de la famosa trilogía, éxito editorial póstumo del escritor sueco Stieg Larsson que fue rápidamente aprovechado por los propios productores suecos para llevarlo a la gran pantalla, aunque ya suena una versión "made in Hollywood".

Quizás sea este film el que tiene una retirada más claramente decantada hacia el "thriller" convencional, debido a que su historia se dedica a desvelar la complicada trama tejida alrededor del que es el personaje principal de la película que no es otra que Lisbeth Sallander (eficazmente interpretada por Noomi Rapace). Ya en la segunda parte de la trilogía el foco empezaba a girar sobre ella, y aquí, la tendencia va a más.

El realizador Daniel Alfredson (también firmante de la segunda parte), se limita a realizar una lectura lineal del texto de Larsson, intentando cerrar todos los hilos que habían quedado sin explicar en las anteriores entregas, y dejando de lado aspectos no cinematográficos de los libros de Larsson, centrándose casi exclusivamente en los personajes de Sallander y el periodista Blomkvist (Michael Nyqvist), reducido su papel a un mero catalizador subordinado a la que se ha convertido en gran estrella de la película.

Es evidente que condensar en algo más de dos horas un libro tan denso como el que nos ocupa, no es una tarea fácil, por lo que en cuanto a lo que se refiere estrictamente a adaptación de una novela, el trabajo es más que aceptable. Y es más, posiblemente sea esta la mejor película de la trilogía. Aunque en general, la valoración general de toda la trilogía se puede considerar más bien tibia. Al tener que colocar todas las cartas boca arriba, el realizador convierte el film en una convencional trama detectivesca con juicio "a la sueca" incluida. Hasta cierto punto no se entiende demasiado que se quiera realizar un "remake" puesto que Alfredson ya se ha acercado demasiado al estilo norteamericano.

Lo que no se puede negar es que se trata de un film ágil, rendido por fin a la que es la gran estrella de la función. Finalmente todo gira alrededor de Lisbeth Sallander, y la actriz Noomi Rapace consigue estar a la altura de las circunstancias lo que redunda en beneficio de la película. Por lo demás, en realidad no nos ofrece nada nuevo, pese a ser una producción sueca. Alfredson cumple con eficiecia las directrices de los productores pero sin aportar nada de su propia cosecha, lo que perjudica a una cinta que da una cierta sensación de frialdad, pese a que el film se deja ver sin excesivas estridencias.