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España España · Barcelona
Voto de manulynk:
7
Comedia. Drama Jan Díte fue un joven camarero provinciano que quiso convertirse en millonario. Sabía que para conseguirlo tendría que escucharlo todo, observarlo todo, y utilizar todo lo que había escuchado y observado. Pero de nada le sirvió todo esto, pues acabó en prisión. Quince años después, puesto en libertad gracias a un indulto, se dedicará a examinar su pasado y a evaluar sus errores. (FILMAFFINITY)
28 de julio de 2008
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pesar que la industria cinematográfica está dominada por las grandes producciones que nos llegan del otro lado del charco, las francesas e inglesas por parte del continente y últimamente las orientales, de vez en cuando algunas películas consiguen romper el “cerco” y llegar a nuestras pantallas, lo que ya de por sí es un gran mérito a tener en cuenta.

Es el caso de esta película facturada entre lo que antes era Checoslovaquia, que nos narra la história de Jan Dite, contada por él mismo después de salir de prisión. La vida de Dite abarca los grandes acontecimientos ocurridos en su país (y en Europa) desde los años 30 a los 50, una décadas en las que el joven, e ingenuo Dite vivirá casi ajeno a estos grandes acontecimientos, trabajando como camarero en distintos establecimientos. El director Jiri Menzel nos acerca a la historia que nos cuenta un viejo Dite desde un exilio forzoso a las tierras fronterizas con Alemania, con el recurso de la comedia. Más concretamente el “slapstick”, tratamiento con que adorna los diferentes escenarios en los que trabaja Dite, combinado con unos cuidados diálogos que nos invitan a la sonrisa, con escenas que destilan ironía, cinismo y cierta acidez.

Mientras, de forma muy inteligente, Menzel, nos va situando de fondo a una realidad realmente muy trágica como es la llegada de los Alemanes, aunque él lo adorna con la historia de amor entre Dite y Liza una germana totalmente entregada a la causa del nazismo.

Lo más interesante del film es cómo Menzel aunque toca un tema aparentemente banal, y en ocasiones cómico, no obvía en ningún momento la tragedia, aunque nunca la vemos directamente, ya que el director cuenta con que el propio espectador saque sus propias conclusiones, a partir de pequeños insertos implícitos, puesto que basta con una bandera, un uniforme o un retrato de Hitler para que sepamos lo que está sucediendo (o lo que va a suceder), aunque el personaje principal no se entere, recluido en su trabajo, en su obsesión por hacerse rico y en el amor.

En este sentido es muy interesante la propuesta del director Checo, quien supera con creces lo que podría ser su principal referente (“La vida es bella” de Benigni), con una excelente puesta en escena, muy dinámica y elegante y que recuerda los mejores momentos del “slapstick” norteamericano, y que obliga al espectador a participar en lo que se ve, y en lo que no se ve, dejando que él mismo rellene los huecos que voluntariamente ha dejado sin mostrar.
manulynk
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