Xavier Dolan se consagró definitivamente como uno de los cineastas jóvenes más provocadores y brillantes del mundo con Mommy, una sobrecogedora fábula sobre el amor materno-filial y los altibajos de una relación en la que madre e hijo tienen personalidades y caracteres extremos.
La cinta no es una obra maestra, desde luego. Le falta para alcanzar ese nivel, pero sin duda es una cinta valiente, brillante, y francamente perturbadora. Las imágenes que ve el espectador, sin necesidad de recurrir a gore o violencia explícita, son aterradoras, por el comportamiento desbocado del hijo pero, sobre todo, por la falta de conciencia y el comportamiento poco ejemplar (por ser suaves) de la madre, abocados ambos a entenderse en una suerte de Canadá distópica en la que los progenitores están obligados por ley a internar a sus hijos en psiquiátricos si tienen problemas mentales o de comportamiento, como es el caso de Steve. Dando vida a estos dos caracteres contrapuestos están Anne Dorvan y Antoine-Olivier Pilon, en dos monumentales interpretaciones que Dolan maneja con, esta vez sí, maestría, al servicio de un guion salvaje y excelente.
Muy buena y, sobre todo, muy perturbadora e impactante. Imposible olvidarla, que es más de los que muchas películas pueden decir.

Lo mejor: Lo perturbador y siniestro de la propuesta, la brutal realización de Dolan y las interpretaciones de Anne Dorval y Antoine-Olivier Pilon.
Lo peor: No es la obra maestra que se dijo en su día.