Max Minghella es un gran actor, y tiene moldes para ser un gran director y/o guionista también.
Teen Spirit podría haber sido perfectamente una película de Sofia Coppola, lo cual no es precisamente un fallo, sino todo lo contrario. Lo "malo" es que ese estilo hay que pulirlo, porque Coppola sólo hay una y no es fácil llegar a su nivel. Así, la película, a pesar de sus escasos 88 minutos de metraje, presenta un ritmo contemplativo, muchos silencios y muchas escenas de esas que parecen de relleno. El resultado es desigual, porque así como el final sí resulta bastante emotivo (ver el abrazo entre Violet y Vlad) y Minghella triunfa en el retrato que hace de una artista que sólo es feliz en el escenario pero después se muestra totalmente desconectada de las demás cosas que implica la fama (los autógrafos, las multitudes, las cámaras, como demuestran los muy significativos planos de Violet con rostro inexpresivo y "perdida" una vez termina sus actuaciones), hay otros momentos, demasiados, en los que el tono es demasiado frío o plomizo, y no se entiende ni siquiera qué es lo que une realmente a Violet con Vlad, o por qué no sale corriendo la primera vez que se encuentran, teniendo en cuenta que no lo conoce de nada.
Con todo, la película cuenta con elementos interesantes y sobre todo con Elle Fanning, una superdotada a la que descubrimos con apenas 13 años (12, en el momento de rodar) en Super 8 con una fabulosa interpretación, pero que así como quien no quiere la cosa ya había participado en Babel, Yo soy Sam o la propia Somewhere de Coppola, y que después ha seguido mostrando su infinito talento y versatilidad en películas tan dispares como Maléfica, Mary Shelley, La seducción (otra de Coppola... ¿queda alguna duda de que era la actriz ideal para ser Violet?) o How to talk to girls at parties. Su manera de reflejar el vacío existencial de Violet y cómo revive cuando canta es sencillamente extraordinario.
En definitiva, una película correcta, con mucho que corregir, pero interesante.