Los inicios de Álvaro Fernández Armero fueron sin duda curiosos. Todo es mentira, Nada en la nevera y la que hoy nos ocupa, Brujas, son comedias con un humor de lo más extraño y con un desarrollo narrativo cuanto menos original. Quizás no precisamente para bien, según cada espectador.
Y es que Brujas es una historia bastante rara. Empieza rara, termina rara (y abrupta) y continúa rara, y lo único que parece vertebrar su argumento es la huida de estas especies de Thelma y Louise a la española, cada una por sus propios motivos, a quienes dan vida una excelente y jovencísima Beatriz Carvajal, una Penélope Cruz a punto de pegar el pelotazo en aquel entonces, y una Ana Álvarez muy atractiva y carismática que, quizás, es la que peor suerte ha tenido de las tres.
No tiene demasiado argumento, no cuenta una historia fascinante, pero se deja ver por la presencia de sus actrices y esos peculiares diálogos entre el surrealismo y la desvergüenza. Puro Armero de los años 90.