A los vampiros de toda la vida les han salido unos competidores: los adoradores de la sangre psicóticos liderados por Jonathan Rhys-Meyers (que vaya carrera llena de rarezas y proyectos bizarros tiene) en Octane.
La filmografía completa de Marcus Adams como director tiene una media de 3,7 en FilmAffinity, y no es por casualidad. Su calidad como director es bastante cuestionable, y la película tiene una estética y una fotografía feísimas, hasta el punto de que resulta difícil saber si estamos en una película de terror o en un after-hour calentorro de diseño para niños pijos. Pero lo peor es lo estúpido y absurdo que es el guión, con la trama del secuestro y el retrato de la secta, que es hilarante a más no poder. Vamos, que va por allí la pobre Madeleine Stowe con cara de "¿qué estoy haciendo aquí? ¿Cuándo me van a dar el cheque?". Por cierto, la actriz no ha vuelto a hacer cine desde entonces (aunque sí televisión). Curioso.
Tan absurda que hasta resulta divertida. Pero por mala. No nos confundamos.