Para quienes estén acostumbrados a las típicas películas románticas de Hollywood, Antes del amanecer puede resultar un reto. No tiene un ritmo trepidante, no hay set pieces de esas memorables, sus imágenes no se ven acompañadas de canciones pop. Lo que tenemos es simple y llanamente a dos personajes, Celine y Jesse, hablando de muchas cosas, paseando por Viena... y enamorándose.
Y ahí, en esa sencillez, es donde radica la mejor cualidad de la película. Es natural y mundana como la vida misma. No se trata de los típicos diálogos de Woody Allen, ni de personajes neuróticos y obsesionados con el sexo hablando deprisa. Son dos personas que viven un fugaz cuento de hadas, que hablan de lo que habla todo hijo de vecino, y por ello todo resulta tan creíble y emocionante.
La realización de Richard Linklater va a tono con la historia, de puro sencilla que es. Parece un viajero más de ese tren grabando Viena con su videocámara, como un turista más. Y luego están Ethan Hawke y Julie Delpy, con una química maravillosa muy pocas veces vista en pantalla, magníficos y muy naturales.
En definitiva, una película recomendable al 100%, sobre todo para aquellos que buscan algo más, que siempre están inquietos, y que han soñado alguna vez con vivir un amor especial y único.

Lo mejor: Los diálogos y la pareja protagonista que forma Hawke y Delpy (ver la escena en el restaurante, mientras fingen conversaciones telefónicas).
Lo peor: Le falta un paso para ser una obra maestra. Sólo hay un defecto, que es esa dejadez visual que lo empaña todo. El guión es la joya de la corona, pero no habría estado mal tener algo más de belleza formal.