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España España · Madrid
Voto de Pakosky:
3
Drama Inglaterra, siglo XVI. La reina Isabel I Tudor (Cate Blanchett) debe enfrentarse no sólo a la traición de su propia familia, sino también a los conspiradores que tratan de arrebatarle el trono. Isabel es consciente de lo beneficioso que es para la Corona inglesa el hecho de que el Rey de Inglaterra sea, al mismo tiempo, el jefe supremo de la Iglesia Anglicana. El Acta de Supremacía de 1534, promulgada por su padre, Enrique VIII, había ... [+]
14 de noviembre de 2011
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Grotesca reconstrucción histórica que convierte a Felipe II (un inaudito Jordi Mollá con inusitada apariencia tísica) en Darth Sidius y a los españoles en una especie de émulos -en feo- de los terribles caballeros Sith. Hasta visten todos de negro y tienen mirada estábica para que no le quepa duda alguna al espectador. Muy sutil. Y a ellos, los malos más malos de todos los tiempos (planos, absurdos, ridículos y que encima hasta hablan mal y tienen pinta de oler a naftalina) se enfrenta, en plan Leia, esta Isabel absolutamente increíble y con regusto a Señor de los Anillos.

Lo cierto es que, en el colmo de la originalidad, se nos pretende vender a esta buena señora como imbuida de graves conflictos internos. En realidad, y lamentablemente, lo único que parece tener es una terrible calentura mezclada con una grave crisis de estreñimiento. Tampoco falta por cierto el Han Solo de turno, animador de los furores uterinos de la reina, representado por un tal Sir Walter Raleigh -Clive Owen en plan macho viril- que se permite con la patrona unas licencias que ya hubiese querido el auténtico. Seguro que los ingleses, entre bol y bol de palomitas, se ponían como borricos en la oscuridad de la sala ante este espectáculo partidista, manipulado y maniqueo en el que incluso la pobre María Estuardo -escocesa encima- termina mereciéndose la decapitación para mayor gloria de la pérfida Albión.

La salvan la estética prerrafaelita, muy currada, y la reconstrucción infográfica de la Armada Invencible, que es la caña de España (y nunca mejor dicho). El resto, absurdo, vomitivo y de puro retrete cinematográfico. No me imagino como el gran Geoffrey Rush pudo aceptar enredarse en este bodrio.

Trash pretencioso.
Pakosky
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