Un joven y prometedor jugador de tenis de origen humilde enlaza una amistad con un chico multimillonario, se enamora de su hermana y auspiciado por la familia de ellos empieza una meteórica carrera en las finanzas y en su vida profesional.
Hablar de Woody Allen es hablar de calidad. Con “Match Point”, deja a un lado lo más característico de su trabajo: el humor, y se empeña en regalarnos una obra más oscura, ingeniosa e intrigante.
Acompañada por acertadas piezas operísticas, Allen nos lleva a través de un viaje escalofriante (aún tengo en mi mente el rostro de terror que reflejaba mi madre en medio de las actuaciones inauditas de nuestro “rostro afeminado” protagonista) un viaje de análisis profundo y que definitivamente se queda en la mente por varios días o semanas. A nuestro director no se le va un detalle y construye un guión con un solo reparo: su inicio. Que cambia rotundamente a partir de la aparición del Bombón de bombones (parece una estrella en el firmamento su sensualidad sale de la pantalla)
El film comienza un poco lento, se desarrolla de manera frenética y culmina con una maestría indiscutible, utilizando artilugios de suspenso poco vistos en Woody Allen.
Mención aparte merece la analogía del partido de tenis, la pelota y la malla, el desenlace no cabe en la cabeza de nadie y la forma como se usa aquí deja sin aliento hasta al más cinéfilo de cinéfilos.
Lo mejor que le he visto al maestro, y eso ya es mucho decir teniendo en cuenta los deliciosos momentos que me ha hecho pasar con films como:” Manhattan”, “Crímenes y pecados” o “Si la cosa no funciona”, por nombrar algunas. No se la pueden perder…