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Voto de harryhausenn:
8
6.2
352
Drama
Verano de 1994. Amin (Shaïn Boumedine), un joven aspirante a guionista y fotógrafo, regresa a su pueblo costero en el sur de Francia después de vivir un año en París. Nada más llegar descubre que su primo Tony (Salim Kechiouche) mantiene un romance secreto con la joven Ophélie (Ophélie Bau), que está prometida. Amin pasa el tiempo en la playa mientras se reencuentra con sus amigos y familia, todos de origen tunecino. Conocerá a varias ... [+]
7 de mayo de 2018
15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recuerdos de un verano. Kechiche, inspirándose de la novela de Bégaudeau La blessure, la vraie nos adentra en las vacaciones de la adolescencia. El paso de la despreocupación de la infancia a las responsabilidades de la vida adulta. Ese último verano que, sin que nos demos cuenta, marcará nuestras vidas cuando ya no podamos volver a él. Amin vuelve a casa de su madre en Séte de vacaciones tras un primer año turbulento en París. Rencontrará a su familia, a los amigos de la infancia y a nuevos conocidos. Sin acción ni mensaje, en la película Kechiche sólo busca captar la naturalidad de aquellos que se liberan de su rutina bajo el sol. Sus deseos y sus penas puestos en la pantalla grande.
Kechiche dirige de forma tan particular como eficaz. En el rodaje repite las escenas hasta que las actuaciones salgan de manera espontánea. A fuerza de decir cien veces la misma frase, esta pierde su sentido en boca de los actores, que ya no la recitan, sino que dejando de lado su método, el texto ya asimilado brota sin artificio de su interior. Lo mismo ocurre con sus movimientos, sus gestos y sus miradas. Rohmer hacía a sus actores vestir su propia ropa en los rodajes para que, al quitarse una prenda, el movimiento fuera lo más natural posible. Kechiche es todo lo contrario. Si un actor ha de bajarse los pantalones, tendrá que repetir la escena hasta que parezca que siempre los ha llevado puestos. La autenticidad está tan lograda a lo largo de toda la película que muchas veces no entendemos siquiera la pronunciación. Esto se debe a que no recitan de manera consciente, sino que hablan de forma natural, como en la vida real, sin tener que entonar por culpa de los filtros de sonido.
Sin un guión bien definido y sin réplicas certeras ¿Acaso la película mantiene el tipo? Desde luego. Kechiche siembra esta ficción casi documental de grandes ideas en todas sus largas escenas, secuencias que en principio parecen poco interesantes y sin embargo resultan muy importantes en la obra. La primera vez que los jóvenes llegan al restaurante familiar tenemos la impresión de ver un plano secuencia interminable, aunque los cortes sean más que evidentes. El tiempo pasa sin que nos demos cuenta en una escena que apenas recorre unos pocos metros:
Kechiche dirige de forma tan particular como eficaz. En el rodaje repite las escenas hasta que las actuaciones salgan de manera espontánea. A fuerza de decir cien veces la misma frase, esta pierde su sentido en boca de los actores, que ya no la recitan, sino que dejando de lado su método, el texto ya asimilado brota sin artificio de su interior. Lo mismo ocurre con sus movimientos, sus gestos y sus miradas. Rohmer hacía a sus actores vestir su propia ropa en los rodajes para que, al quitarse una prenda, el movimiento fuera lo más natural posible. Kechiche es todo lo contrario. Si un actor ha de bajarse los pantalones, tendrá que repetir la escena hasta que parezca que siempre los ha llevado puestos. La autenticidad está tan lograda a lo largo de toda la película que muchas veces no entendemos siquiera la pronunciación. Esto se debe a que no recitan de manera consciente, sino que hablan de forma natural, como en la vida real, sin tener que entonar por culpa de los filtros de sonido.
Sin un guión bien definido y sin réplicas certeras ¿Acaso la película mantiene el tipo? Desde luego. Kechiche siembra esta ficción casi documental de grandes ideas en todas sus largas escenas, secuencias que en principio parecen poco interesantes y sin embargo resultan muy importantes en la obra. La primera vez que los jóvenes llegan al restaurante familiar tenemos la impresión de ver un plano secuencia interminable, aunque los cortes sean más que evidentes. El tiempo pasa sin que nos demos cuenta en una escena que apenas recorre unos pocos metros:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Amin y su primo Toni, llegan con Céline y Charlotte, sus nuevas conquistas, al restaurante donde trabajan las madres de los chicos. Las chicas conocen a las madres y esperan a los dos chicos en la terraza del bar. Mientras Toni recibe una bronca de su madre, otro primo que ve a las chicas las invita a unirse a él y a sus amigos en el bar de al lado. Los chicos llegan entonces al bar donde encuentran al resto del grupo mientras que Céline se deja seducir por el desconocido en un baile. La canción termina, el desconocido sigue piropeando a Céline. Ambos salen a tomar el aire y se besan meintras desde dentro, Amin los ve, decepcionado.
En el desarrollo de la escena, Céline pasa de sentirse atraída por Amin a besarse con el primo desconocido. Las sonrisas van cambiando de bando, los piropos babosos van surtiendo efecto contra todo pronóstico, las cabezas de la chica y el nuevo personaje se van acercando y tras la danza sexual, vemos a Amin con mirada triste en planos más y más alejados. La distancia entre la cámara y el protagonista, cada vez mayor, contrarresta el acercamiento a primeros planos de la nueva pareja. Comprendemos antes de que el beso tenga lugar que Amin ya ha perdido a Céline. La noche termina de manera brusca con una escena de una película de guerra, soviética, muda. Homenaje a Einsenstein. Descubriremos entonces que Amin se ha dormido viendo esa película la noche anterior, solo, en su casa.
La película cuenta con un patrón que se repite en cuanto a los escenarios: playa, granja, restaurante. Los tres entornos más frecuentes. Aún más sorprendente que la escena ya descrita es el hecho que el recorrido se repita por segunda vez en otra escena, tan larga o incluso más que la anterior. Tras que Toni no responda a las llamadas de Charlotte, esta se presenta con Céline en el restaurante. La madre de Amín les dice que Toni no trabaja hoy, pero que el resto del grupo está en el bar. Mientras un hombre del restaurante seduce a Céline, Charlotte va al bar al encuentro de Toni, que aún no ha llegado. Se encuentra sin embargo con las chicas, que discuten cuál es la mejor forma de decir "te quiero" en árabe.
Se trata de una escena tan larga como la anterior, incluso más. El paseo del restaurante al bar viene marcado por tres personajes: Charlotte, que avanza para encontrarse con Toni; Céline, que retrocede para dejarse seducir por el hombre y la madre de Amin, que intenta, de manera muy cómica, poner todo en orden y hacer que las dos chicas se queden juntas. Un desarrollo en vaivén que la cámara sigue de manera delicada y casi imperceptible, quedando todo bien atado al final de la secuencia, cuando todos los actores, presentes en la escena, se preparan para irse a la discoteca. Hemos de señalar también el diálogo de las chicas. Es Charlotte quien termina por encontrar la traducción correcta. La dice mientras mira desafiante a Ophélie, la amante de Toni, dándonos a entender que es Toni quien se lo ha dicho, aunque hoy ya no responda al teléfono.
Mektoub my love es un triunfo. Los actores, sin decir nada importante, logran expresar sus sentimientos gracias a sus miradas y a sus gestos; si están celosos, si se sientes atraídos por alguien y sobre todo, aquello que no se atreven a decir. Por ejemplo, Ophélie en la discoteca, impidiendo que las chicas españolas se acerquen a Amin. También la mirada que la madre de Toni lanza a Ophélie en la playa. La retranca con la que la madre de Amin pregunta a Ophélie pour su prometido, en París. Aquello que no se dice y la reacción del receptor es más importante que el diálogo en sí. Pese a todo también hay un par de escenas gráficas, y pese a todo, bellas: la escena de sexo, en primer plano, nada más comenzar la película. O el parto de la oveja, de una ternura increíble. He aquí la importancia de la naturalidad, aquello que Kechiche busca y termina por encontrar, aunque por supuesto, sus métodos sean más que cuestionables.
hommecinema.blogspot.fr
En el desarrollo de la escena, Céline pasa de sentirse atraída por Amin a besarse con el primo desconocido. Las sonrisas van cambiando de bando, los piropos babosos van surtiendo efecto contra todo pronóstico, las cabezas de la chica y el nuevo personaje se van acercando y tras la danza sexual, vemos a Amin con mirada triste en planos más y más alejados. La distancia entre la cámara y el protagonista, cada vez mayor, contrarresta el acercamiento a primeros planos de la nueva pareja. Comprendemos antes de que el beso tenga lugar que Amin ya ha perdido a Céline. La noche termina de manera brusca con una escena de una película de guerra, soviética, muda. Homenaje a Einsenstein. Descubriremos entonces que Amin se ha dormido viendo esa película la noche anterior, solo, en su casa.
La película cuenta con un patrón que se repite en cuanto a los escenarios: playa, granja, restaurante. Los tres entornos más frecuentes. Aún más sorprendente que la escena ya descrita es el hecho que el recorrido se repita por segunda vez en otra escena, tan larga o incluso más que la anterior. Tras que Toni no responda a las llamadas de Charlotte, esta se presenta con Céline en el restaurante. La madre de Amín les dice que Toni no trabaja hoy, pero que el resto del grupo está en el bar. Mientras un hombre del restaurante seduce a Céline, Charlotte va al bar al encuentro de Toni, que aún no ha llegado. Se encuentra sin embargo con las chicas, que discuten cuál es la mejor forma de decir "te quiero" en árabe.
Se trata de una escena tan larga como la anterior, incluso más. El paseo del restaurante al bar viene marcado por tres personajes: Charlotte, que avanza para encontrarse con Toni; Céline, que retrocede para dejarse seducir por el hombre y la madre de Amin, que intenta, de manera muy cómica, poner todo en orden y hacer que las dos chicas se queden juntas. Un desarrollo en vaivén que la cámara sigue de manera delicada y casi imperceptible, quedando todo bien atado al final de la secuencia, cuando todos los actores, presentes en la escena, se preparan para irse a la discoteca. Hemos de señalar también el diálogo de las chicas. Es Charlotte quien termina por encontrar la traducción correcta. La dice mientras mira desafiante a Ophélie, la amante de Toni, dándonos a entender que es Toni quien se lo ha dicho, aunque hoy ya no responda al teléfono.
Mektoub my love es un triunfo. Los actores, sin decir nada importante, logran expresar sus sentimientos gracias a sus miradas y a sus gestos; si están celosos, si se sientes atraídos por alguien y sobre todo, aquello que no se atreven a decir. Por ejemplo, Ophélie en la discoteca, impidiendo que las chicas españolas se acerquen a Amin. También la mirada que la madre de Toni lanza a Ophélie en la playa. La retranca con la que la madre de Amin pregunta a Ophélie pour su prometido, en París. Aquello que no se dice y la reacción del receptor es más importante que el diálogo en sí. Pese a todo también hay un par de escenas gráficas, y pese a todo, bellas: la escena de sexo, en primer plano, nada más comenzar la película. O el parto de la oveja, de una ternura increíble. He aquí la importancia de la naturalidad, aquello que Kechiche busca y termina por encontrar, aunque por supuesto, sus métodos sean más que cuestionables.
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