Estos tiempos no son tiempos de inteligencia ni de dobles lecturas ni de mensajes. No son tiempos de respeto.
Uno siente algo parecido a una profunda vergüenza cuando ve, como crítico o como sencillo espectador, uno tras otro, todos los episodios de esta patética serie. ¿Dónde ha quedado el respeto por una película inteligente y cínica que, como en las mejores cintas de Hitchcock, cargaba contra los pilares de una sociedad ya entonces decadente? Pero una cosa es la decadencia y otra muy distinta la degradación, el analfabetismo, la ridícula pretenciosidad de querer negociar con una obra maestra. Guiones, actores, situaciones...todo espanta, todo es profundamente imbécil, infantiloide, y la vergüenza va creciendo con cada frase, con cada gesto sobreactuado de la señora Farmiga o del simplón de su hijo.
De eso se trata, Perkins era un gran psicópata producto de una organización social insana, Highmore es un simplón, un idiota impostado que no tiene nada que ofrecernos.
Huyan si aún pueden.