Esta frase dicha por George Clooney a Al Pacino resume muy bien lo que ha supuesto esta saga de Ocean. Si bien la 11 era un entretenidísimo y divertido thriller de intriga y la 12 se convertía en un auténtico despropósito rodado únicamente para embolsar de dinero los bolsillos de sus estrellas, esta 13 intenta remontar pero no lo consigue.

Tener a Al Pacino como villano de la función podía dar mucho juego, pero se limita a soltar sus frases con la frialdad que caracteriza a su personaje. Los 11 de turno, ya se sabe, mucho glamour, frases cortas, miradas de complicidad, y poca cosa más. Incluso el argumento no llega a enganchar, y no se produce un robo propiamente dicho, con lo que llegamos al desenlace con más pena que gloria.

Pero no todo es malo. Las Vegas como escenario de la película mejora respecto de los palacios italianos de la 12, y el no tener a Julia Roberts y Catherine Zeta Jones permite centrarse más en la camaradería de los once de Ocean.

Para concluir, que los realizadores de esta trilogía deberían haber aprendido de Frank Sinatra, que se limitó a hacer una película, y no a estirar el chicle, que, al final, se acaba rompiendo.