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Voto de Chris Jiménez:
8
Drama Un par de chiquillos, hermanos, se pelean a menudo entre sí por ver quién de los dos lleva la comida a su padre al trabajo... Se hallan totalmente integrados en una pandilla de niños de su edad. Pero su mundo feliz e inocente se derrumba cuando el padre es acusado de malversación de fondos por un vecino y es enviado a la cárcel... (FILMAFFINITY)
27 de mayo de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida se compone de una serie de hechos, dichosos o trágicos y desagradables, que debemos afrontar para seguir evolucionando como seres humanos...
Sin embargo, ¿cómo se enfrenta a ellos un niño?, ¿cómo se perciben a través de unos ojos todavía inmersos en la inocencia y la incomprensión de un mundo aún demasiado complicado y oscuro?

A pesar de la censura y las presiones nacionalistas, Japón es el mayor productor mundial de cine, aunque sus obras rara vez se exhiben fuera del país; la Nikkatsu y la Shochiku controlan la distribución y producen films de temática tradicional y crónicas contemporáneas. Muchos directores son reacios a plegarse a los dictados del Gobierno y constituyen una asociación para preservar su libertad de expresión, pero la oficialización de la guerra con China en 1.937 aumenta el control sobre la industria, pues se generaliza el concepto de arte nacional y se le exige al pueblo rechazar cuanto proceda de Occidente...
En esta época, junto a nombres como Gosho y Kinugasa, se empiezan a considerar a Mizoguchi, Naruse, Ozu y Shimizu los más importantes de su generación; no obstante éste último, pese a haber contribuido a enaltecer (y engrandecer) el cine japonés, nunca sería tan recordado como algunos de sus colegas de profesión, y menos aún con la llegada de los modernos (Kurosawa, Ichikawa, Kobayashi...). Con una carrera a sus espaldas de más de diez años y más de cien títulos en su haber, Shizimu, basándose en la novela "Kaze no Naka no Kodomo" de Joji Tsubota (de quien adaptaría varias a la gran pantalla), daría vida a uno de sus más aplaudidos y conocidos trabajos.

No es un secreto para aquellos que ya conozcan algo de su filmografía que si por algo se caracterizaba era por tratar la vida desde el punto de vista de la infancia, y ese será, por supuesto, el elemento fundamental de esta historia, donde nada más comenzar se nos presenta a los protagonistas de la misma, Zenta y su hermano Sampei, dos hermanos que viven su día a día con las preocupaciones propias de los niños de su edad. Rápidamente se establecen las diferencias entre ellos: el primero es responsable y estudioso, mientras que el segundo es un amante de la rebeldía y la libertad (prefiere leer "Tarzán" a "Robinson Crusoe").
Cada uno es el directo opuesto del otro, lo que provoca el recelo del pequeño, a quien su madre siempre regaña, aunque ambos se complementan a la perfección; pareciera, como sucederá en "Los Niños de la Colmena", que el director desea centrarse expresamente en esa comunidad formada por los chicos del pueblo donde residen los protagonistas, cuyo líder es Sampei, obviando toda intromisión por parte de los adultos, pero nada más lejos de la realidad, ya que la vida de los protagonistas da un giro inesperado cuando su padre es acusado por un vecino de cometer desfalco, lo que le conducirá a la cárcel...y su mundo de felicidad se derrumba irremisiblemente.

El hecho más significativo es que dicha situación será contemplada desde los ojos de Zenta y Sampei (de ahí que el espectador reciba tan poca información de lo ocurrido), rechazados ahora por sus compañeros de juegos. Haciendo gala de una abrumadora sencillez en la composición técnica y narrativa, Shimizu traza de manera sutil una línea divisoria que separará en todo momento el universo de los niños (enigmático y donde reina la inocencia y la despreocupación) y el de los adultos (colmado de traiciones, tristeza e injusticia), llegándose al cenit de esta incomunicación a raíz de que la tragedia se instaure en la familia.
Separación que se dará a menudo empleando elementos físicos (las cortinas y las puertas de las habitaciones) y otras veces el propio lenguaje cinematográfico, sugiriéndose la distancia de los seres aun en un plano compartido (la madre llora pero no es consolada por sus hijos; Sampei, preocupado por su padre tras la acusación, sólo recibe de éste ignorancia a sus preguntas). Un segundo acto vendrá marcado por una nueva tragedia: la ruptura familiar, donde Sampei marchará a casa de sus tíos viéndose obligado a adaptarse a ese nuevo ambiente lejos de su hermano y su madre.

Una vez más los niños, impotentes ante los giros del destino, sólo pueden contemplar los hechos con muda resignación y obediencia, en una sociedad demasiado severa para ellos donde los adultos pueden manejarlos a su antojo. Retornando a su punto de inicio, el argumento (algo hermético en cierto modo), ofrecerá una conclusión optimista y reparadora, sorprendentemente, para estar tratada desde el prisma del drama y el pesimismo; el círculo de la vida, atravesado de manera inesperada por la tragedia, se cierra, las aguas vuelven a su cauce y cada uno regresa por sí mismo al mundo al que pertenece: los adultos al de los adultos y los niños al de los niños...
Shimizu agarra su cámara y radiografía con total naturalidad los sucesos, reparando en los más ínfimos detalles y aprovechando al máximo los escenarios naturales (ríos, bosques, lagunas, montañas...) para transmitir grandes emociones mientras capta a los personajes al vuelo, quienes se mueven, observan y hablan como si no supieran que están siendo filmados. Amante de esta técnica, permite a sus actores reaccionar con libertad, fácil de apreciar en las interpretaciones de Mitsuko Yoshikawa, Takeshi Sakamoto, Fumiko Okamura y ante todo las de los niños, sobresaliendo esos geniales Jun Yokoyama y Masao Hayama. Actor fetiche de Ozu, Chishu Ryu tendrá una breve y muy curiosa aparición.

Aun no llegando a la categoría de obra maestra del cineasta (honor que se lleva la mencionada "Los Niños de la Colmena"), el realismo y la calidad que rebosa en cada plano y en cada línea de texto de "Niños en el Viento", indudablemente influenciada por el "Umarete wa Mita, keredo..." de Ozu, es indiscutible.
Tal fue el éxito del film que al año siguiente Shimizu recuperaría a los personajes para la adaptación de otra novela de Tsubota sobre el particular universo de Sampei: "Kodomo no Shiki".
Chris Jiménez
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