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Voto de Chris Jiménez:
6
Terror Kristy, Ben y Liz son tres jóvenes excursionistas que se adentran en el Parque Nacional de Wolf Creek, en Australia. Los problemas empiezan cuando su coche no arranca. Mientras buscan ayuda, se cruzan con Mick Taylor, un agradable habitante de la zona que les promete reparar el vehículo. Los jóvenes acceden a acompañarle a su campamento, sin saber que su viaje se convertirá en una encrucijada terrorífica... (FILMAFFINITY)
16 de enero de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un escenario, una amenaza y tres víctimas, no hacen falta más elementos para provocar el desasosiego y el terror, y más si la amenaza te alcanza donde nadie puede oírte ni acudir en tu ayuda.
Porque...¿quién va a oír tus gritos en mitad de ninguna parte?

Aquel cine de terror con gusto por provocar el pánico en el joven público a base de desmembramientos gratuitos y vísceras ocupando la pantalla, que tanta popularidad alcanzó desde mitad de la década de los '70 en adelante gracias a directores como Tobe Hooper, Wes Craven o el italiano Lucio Fulci, parecía estar viviendo un resurgir a comienzos del nuevo siglo con títulos que viajaban a las raíces más puras y sádicas del género como "La Casa de los 1.000 Cadáveres", "Km. 666", "Hostel", "Alta Tensión" o las nuevas versiones de "La Matanza de Texas" y "Las Colinas tienen Ojos".
En este panorama un cineasta australiano llamado Greg McLean, cuya corta profesión se componía de algunos reconocidos cortometrajes y trabajos varios para televisión, se disponía a iniciar un proyecto de moderado presupuesto (poco más de un millón de dólares australianos) y largo aliento cuyo guión empezó a escribir a finales de los '90. Al sencillo argumento "slasher" creado, el cual le disgustaba en un principio, unió la inspiración dada por los terribles asesinatos de varios excursionistas acaecidos en el país entre 1.989 y 1.993, cuyo principal culpable fue Ivan R. Milat, conocido psicópata de escandalosa carrera que acabaría sus días en prisión (fallecido en Octubre del año pasado).

Como toda película de terror que realiza un viaje a los infiernos con el avanzar de la trama, ésta lo empieza en las brillantes y limpias costas australianas con un prólogo más propio del típico film de jóvenes en vacaciones de universidad que sirve para presentarnos al trío protagonista (Liz y Kristy, dos chicas inglesas, y Ben), el cual planea lanzarse a la aventura y visitar el legendario cráter de Wolfe Creek. McClean cambia rápidamente de escenario y de las playas nos introduce en la inmensidad de esa Australia profunda de vastos y majestuosos desiertos y llanuras cuya belleza está aún por descubrir.
El espectador que aguarde una acción inmediata o una sorpresa inesperada por parte del argumento en su primer tramo no podría estar más equivocado y quizás un tanto decepcionado, pues el director decide tomarse largo tiempo y centrarse en la interacción de los personajes, con ellos mismos y con el paisaje que les rodea, del cual se celebra su magnificencia sin pudor alguno (hay que reconocer que resulta cautivador); una pequeña y casi insignificante trama amorosa parece servir de subterfugio a tantos minutos de metraje ocupados. Con la llegada al cráter, McClean enrarece la atmósfera dotándola de unas tonalidades que la inclinan hacia la extrañeza.

Antes de esto, un revelador incidente en un bar de carretera con unos repugnantes individuos que parece actuar de augurio y peligro venidero. De repente el desierto ya no es el mismo, su aspecto es amenazante y su inmensidad provoca una paradójica sensación de agobio que va intensificándose con el tiempo, a lo que no ayudan las anécdotas de Ben sobre alienígenas y sucesos raros que han ocurrido en la zona, sucesos que parecen repetirse. En este punto el cineasta posee algunos buenos elementos para desarrollar una obra de terror con trazos de ciencia-ficción o, por lo menos, con toques sobrenaturales...
Sin embargo y para nuestra nula sorpresa, "Wolf Creek" decide cambiar radicalmente su dirección con la aparición de un personaje más bien inquietante y poco esperanzador que se presta a sacar a los chicos del desierto, una especie de versión sucia y bribona de Cocodrilo Dundee (se harán chistes sobre esto...) cuya desquiciante risa eriza el vello y comienza a infundir las más terribles sospechas acerca de los verdaderos propósitos que se ocultan entre tantas muestras de simpatía y amabilidad y que el espectador más avispado (aunque tampoco hace falta serlo) podrá adivinar a poco más tardar.

McClean tuerce la historia hacia los convencionales terrenos del cine de asesinos psicópatas preparando una brutal lucha por la supervivencia y revelando bajo las apariencias las más horribles anomalías de la condición humana; lo interesante es que la película se dispone a centrarse en el desasosiego en lugar de en la brutalidad física, no haciendo alarde de un horror sangriento y vomitivo (salvo por ciertos toques de violencia explícita), sino más bien psicológico. La emoción no se halla en esta ocasión en la cantidad de vísceras, sino en el frenesí de la huida y en averiguar quién vivirá o morirá.
Por esto mismo "Wolf Creek", aun inspirada por el cine de Hooper y Craven, parece deber más a títulos como "Nunca Juegues con Extraños", "Carretera al Infierno" o el clásico de Spielberg "El Diablo sobre Ruedas" que a esos que predican la hermosura de la sangre y los miembros cercenados al estilo de "Hostel" o "Saw". A la técnica y espontaneidad de McClean se suma la envolvente fotografía de Will Gibson y las correctas actuaciones de Kestie Morassi y Cassandra Magrath, frente a un colosal John Jarratt que tan rápido puede resultar absurdo y divertido como terrorífico y repugnante.

El australiano sale del paso (a pesar de la falta de originalidad, una tediosa primera parte y un desenlace que no se cree nadie) con un ejercicio minimalista, absorbente y escabroso, interesante desviación del "slasher" que usa todos sus tópicos y el hecho de inspirarse en sucesos reales en favor de la inquietud, la intriga y la incertidumbre.
No bien recibido por la crítica aunque logrando una buena acogida en taquilla, su debut permanece para muchos (incluido el sr. Tarantino) como un auténtico título de culto, el cual ha derivado en una muy tardía secuela y hasta en una serie de televisión, cuyas únicas intenciones son estirar el chicle...
Chris Jiménez
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