A los europeos nos cuesta un poco asimilar la forma de vida asiática y mas aun si es, como en el caso de esta cinta, con una mirada retrospectiva de comienzos del siglo pasado, pero no por ello dejamos de sorprendernos cuando un director como Yimou nos muestra la magia de la vida rural de comienzos del siglo pasado en China, con una historia tan sencilla como a la vez verdaderamente fascinante. Esta película es como una montaña rusa, con momentos sencillos mezclados con toques de humor (el canto del vino es genial), y pequeñas pinceladas de crueldad (la tortura del ladrón), todo acompañado de una fantástica fotografía y una Gong Li que se deja querer a medida que avanza la acción. Reconozco que he pasado un rato mas que agradable viendo esta película (que roza la perfección) aunque el final me ha dejado un tanto frío (un poco acelerado para mi gusto). En fin, estupenda cinta para ver, como no, tomando un buen vino...