Leyendo la sinopsis, viendo el nombre del director y teniendo en cuenta los nombres dentro del reparto, uno pensaría a primera vista que se trata de una comedia más del montón (en parte vaya que si lo es) pero lo que además tenemos aquí es una desternillante comedia "idiota" salpicada con una buena dosis de incorrección política y "aderezada" con la música de uno de mis artistas de cabecera, hablo del genial, único, maestro, señor, "todopoderoso" Neil Diamond.

La trama no es nada del otro mundo, un grupo de amigos aficionados a la música del mítico "Neil" se encuentran con una chica que poco a poco se va adueñando de uno de ellos a base de manipulación y "amor posesivo". Los dos restantes entonces harán hasta lo imposible (literalmente) para separarlos para que las cosas vuelvan a su "normalidad". Hasta ahí todo bien, pero hay que sumarle relaciones tóxicas, secuestros, viejos complejos de la infancia, profanaciones de tumbas, un entrenador asesino de árbitros, una malabarista reprimida y un grupo de monjas que entrenan en un gimnasio. Oh, casi me olvido del mapache rabioso. Todo eso compactado en una film muy divertido, cero pretensiones y aunque no todos los "gags" son perfectos, funcionan en un 75% y lo hacen muy disfrutable y entretenido.

Un "casting" correcto encabezado por un Jason Biggs, Steve Zahn y Jack Black (estos dos últimos un poco sobreactuados) junto a una carismática Amanda Peet que por cierto le queda como "anillo al dedo" el papel de "villana" y que da miedo porque algunos de mis colegas en la vida real tienen una pareja muy parecida a ella. Destacar la presencia del eterno R. Lee Ermey despojándose de su "lado serio", riéndose un poco de él mismo con un personaje delirante y por supuesto el mismísimo Neil Diamond cuya sola presencia ya es un espectáculo por si solo, y si encima canta pues no pido más.

A mi me gustó mucho porque no es "tan mala" como me imaginaba, incluso trata temas hoy imposibles de mostrar con tanto desparpajo y soltura.