En la recordada novela, “Lolita”, que el ruso, Vladimir Nabokov, publicara en 1955, se nos habla de un niño que estuvo enamorado de una enferma terminal que vivía en un principado junto al mar y que se llamaba Annabel Leigh, una variación en recuerdo de Annabel Lee, el nombre que, el gran Edgar Allan Poe, utilizara en el último poema completo que escribió antes de su muerte y en el cual hace referencia a un hombre que sigue amando a una mujer que ha fallecido (probablemente su esposa, Virginia Eliza Clemm, a quien había perdido dos años atrás) y a quien conociera desde que eran niños.

Este famoso poema, vuelve ahora a colación en ésta dramática y terrorífica historia que pretende demostrar cómo, los grandes seductores de pronto se encuentran involucrados en los más bochornosos líos. Se demuestra aquí de nuevo la frase que, en Sabiduría 11:16 de la Biblia, reza: “Las cosas con que el hombre peca, esas mismas le sirven de castigo”.

Historia de celos patológicos en una mujer que sufre trastornos de personalidad por afectaciones de las que nunca se nos habla, pero que sin duda existen, <<PLAY ‘MISTY’ FOR ME>>, un efectivo título (neciamente cambiado en nuestros países) tomado de una de esas frases que es una suerte de latente advertencia como las que suele darnos el universo, pero de las que, rara vez conseguimos acusar recibo, se convierte en un interesante estudio sobre los afanes posesivos, que hubiera podido ser brillante si el novel director, Clint Eastwood –quien tenía aquí su opera prima bajo la égida del ímprobo Don Siegel, a quien también tendría como actor en el papel del barman Murphy- hubiera sabido sacar a sus personajes de los estereotipos característicos del más burdo cine de terror. Porque, no cabe duda de que, con lo que hemos visto, la conclusión a la que se puede llegar es que el disk-jockey es una pobre víctima y, Evelyn Draper, una abominable mujer. De esta manera, se nos lleva a sentir una improcedente complacencia con la apocada resolución por la que se opta.

De nuevo, el cine y la realidad suman otra dosis de misoginia, con una sesgada visión de la realidad que bien pudo haber empezado en el guion de Jo Heims y que, Eastwood, no tuvo la capacidad para haberla enderezado como merecía. A fin de cuentas, todavía eran años en los que la visión del mundo era bastante corta, y la sociedad en que vivía, harto rezagada.

El filme ofrece algunos detalles curiosos: El nombre de la emisora donde trabaja Dave Garver se llama KRML (sigla derivada de Carmel, quitándole las vocales, ciudad donde transcurre la historia). “Misty” es un tema de jazz compuesto, en 1954, por el pianista Erroll Garner (de aquí se deriva Garver) que, luego de que él la grabara, se conocerían muchas otras versiones, incluida una con letra, cantada por Johnny Mathis. Permitir que se usara en el sentido que tiene en el filme, no creo que le haya hecho un gran favor al tema, pues, ya no ofrece solaz sino que trae a la memoria recuerdos muy desagradables.

Para recordar, la fuerte actuación de, Jessica Walter, quien, como Evelyn, consigue impactar con sus sorprendentes reacciones. El resto, creo que es fácil, muy fácil de olvidar. Pero vendrían tiempos mejores para el amigo Eastwood, cuando empezó a relacionarse con otras personas que le ayudaron a tener una visión más amplia del mundo.

Título para Latinoamérica: OBSESIÓN MORTAL