¿Es lícito quitarle la vida a un ser humano para calmar su sufrimiento? ¿Podemos, cuando éste ser que sufre lo pida, pasarlo a ‘mejor vida’? ¿Puedo yo mismo, u otra persona, asumir el derecho (¿o el deber?) de cortar, aunque sea por un minuto, el hilo de vida que el universo considera necesario para cada persona?

Son estas, preguntas que, cuando se leen, se responden con un Sí, enseguida. Pero, cuando tenemos la sensatez de masticar debidamente antes de tragar, es probable que una espinita surja en el proceso y advirtamos que estamos corriendo un riesgo significativo.

El doctor John Clancy, quien, además, posee habilidades psíquicas que le permiten un marcado poder de clarividencia y precognición, parece dispuesto a abandonar su ejercicio desde que muriera de leucemia su joven hija a la que adoraba… pero, entonces, Joe Merriwether, un viejo amigo, agente del FBI, lo reclama para que le ayude con un nuevo caso de asesino en serie que tiene azotada a la ciudad… y al conocer a su joven asistente, la agente y psicopatóloga Katherine Cowles, una ligera visión hará que, Clancy, acepte entrar en la investigación. ¿Deseos de volver a sentirse activo?, ¿Interés personal por la bella investigadora?, ¿O acaso, un oculto afán de redimirse?

Lo que sucede, de aquí en adelante, nos propone una interesante y novedosa trama donde, quizás, podamos ver la delgada línea que separa al bien del mal y ésta, a mi modo de ver, es la mejor baza de un filme que, por otra parte, ofrece una muy bella composición de imágenes, una edición ágil y atractiva, efectivos flashes que motivan numerosas inquietudes, una banda sonora de alto nivel… y, sobre todo, el encuentro de dos personajes que, probablemente, se sientan dando vueltas en la misma puerta giratoria.

El joven director brasilero, Afonso Poyart, quien, con tan sólo un crédito a su favor (“2 Coelhos”), tiene ya la primera ocasión de rodar en Hollywood, se esmera por dar brillo a “PREMONICIÓN” (¡Sorprende la ‘creatividad’ de ciertos tituladores!), un filme que también hace pequeñas rememoraciones, pero que logra, sensiblemente, ponernos a reflexionar.

El reparto, resulta muy grato con, Anthony Hopkins, recordándonos lo que ya hizo en “Hearts of Atlantis”. Un carismático, Jeffrey Dean Morgan, logra sensibilizarnos como el agente constante capaz de reconocer sus limitaciones. La bella australiana, Abbie Cornish, nos llega al alma como la agente Cowles, sobre todo, desde el instante en que se convierte en una carta abierta para el nuevo asistente. Y cómo no citar a la brasilera, Luisa Moraes (Victoria), quien, con apenas tres minutos en escena, nos demuestra que es ¡la suerte de mujer capaz de subirle la presión arterial a cualquier hombre!

Ojalá que Poyart se desapegue del interés por las cine-citas - ¡con Tarantino basta y sobra! - y creo que, a futuro, puede haber en él otra gran promesa del cine latinoamericano.

Título para Latinoamérica: “EN LA MENTE DEL ASESINO”