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Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
Drama Los habitantes del lago Kenozero viven del mismo modo que, durante siglos, vivieron sus antepasados. En esa pequeña comunidad, donde todos se conocen. sólo se produce lo necesario para la supervivencia. Sólo se comunican con el exterior gracias a la lancha del cartero, pero cuando alguien roba el motor de la embarcación y, además, la mujer que ama se escapa a la ciudad, el cartero emprenderá un viaje de autodescubrimiento que le ayudará ... [+]
29 de marzo de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fue tras la escasa e inmerecida acogida que recibió su “Cascanueces”, que, el director ruso Andrei Konchalovsky, decidió marcharse definitivamente de Hollywood… a donde siente que ya nunca volverá. No obstante las grandes películas que ha realizado, él sigue considerándose un artesano, y en Hollywood solía sentir que sus aspiraciones artísticas siempre tenían a alguien en contra. Con mucho empeño, Konchalovsky logró crear en Rusia su propio estudio cinematográfico, y es de, AK Studios, que ha salido, “EL CARTERO DE LAS NOCHES BLANCAS”, un filme decididamente artesanal que parte de un guion tan simple como significativo -escrito a dos manos por él mismo junto a Elena Kiseleva-, con el cual recrea la suerte de vida que se lleva en un pequeño pueblo de la actual Rusia, donde la majestuosidad de los paisajes nos hace pensar sencillamente en el paraíso.

Konchalovsky luce de nuevo en su propia casa, asentado, homenajeado, profundamente respetado como uno de los grandes artistas de las nuevas generaciones, y esto le permite, ahora, trabajar muy cómodamente, con plena autonomía y con la posibilidad de ser crítico con el sistema que, como todos, también tiene necesidades de mejoramiento.

Como tema de su película, el director escogió a la gente de un pueblecito ubicado en el noroeste de Rusia a orillas del lago Kenozero, el cual, desde 1991, hace parte del llamado Parque Nacional Kenozyorsky, el cual tiene el estatus de Reserva de Biosfera de la Unesco. Como personaje central, se escogió al cartero Aleksey Tryapitsyn (Lyokha) y con él conoceremos a otros personajes del pueblo que conservarán su verdadero nombre. Su relación con Irina (Irina Ermolova) y con su pequeño hijo Timur, va a dar lugar a una muy sencilla, pero sentida historia de amor, la cual quizás marque para siempre la vida de un hombre que vive solitario desde que se separó de su esposa; que dejó el alcohol por los males que le causaba; que tiene visiones con un gato gris que lo mira escrutadoramente en las noches, y que anhela, en silencio, ser amado por Irina, la sensual rubia que también siente la soledad muy dentro de su alma.

Cada día, al despertar, Lyokha mira sus chanclas y pareciera preguntarse: ¿Hacia dónde dirigiré hoy mis pasos? Y en muchas ocasiones, el corazón lo lleva hasta la casa de Irina, donde se llevará una que otra sorpresa, y donde podrá demostrar lo que es ser todo un caballero.

El filme, que por aquello de la profesión, el respeto y la admiración, nos trae a la memoria “El Cartero” de Michael Radford, se solaza con las cosas simples y pareciera decirnos con sus magníficas imágenes que, aunque aquellos moradores no lucen teniendo lo material en abundancia, habitan en una tierra que nada tiene que envidiarle al anhelado edén.

Konchalovsky parece ver grandes cambios porque, además de que, como en “Siberiada”, muestra a esa Rusia paisajísticamente majestuosa; también da cuenta de que, el Estado cumple puntualmente con los salarios de sus pensionados; protege rigurosamente las reservas naturales, sigue procurando grandes avances en la ciencia (el cohete espacial es un curioso apunte)… y permite una vida tranquila donde, en general, las dificultades las crean ellos mismos, y son ellos mismos quienes pueden resolverlas.

“EL CARTERO DE LAS NOCHES BLANCAS”, es ocasión para reivindicar la simpleza, la dignidad y el respeto, porque, es en cosas como éstas, donde se encuentra el descanso, el sosiego del alma y, muy probablemente, el mejor ejemplo de vida.

Mucha razón tuvo, Konchalovsky, cuando dijo: “Un gran artista debe poseer siempre un ideal ético. Si las masas fuesen capaces de adquirir un ideal ético elevado, el resultado sería magistral”.
Luis Guillermo Cardona
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