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Voto de Luis Guillermo Cardona:
9
Western. Intriga John Gant, un elegante asesino profesional, llega a Lordsburg y se aloja en el hotel del pueblo. Nadie sabe la identidad de la persona que presuntamente debe matar. Los habitantes de la localidad hacen cábalas sobre quien puede ser la víctima, y algunos tienen motivos para creer que serán ellos. (FILMAFFINITY)
13 de junio de 2018
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
A Lordsburg, llega de visita un hombre de frío carácter… y la sola mención de su nombre pone a temblar a mucha gente: ¡John Gant! Su fama es la de un experto asesino a sueldo que se caracteriza porque jamás mata sin antes darle tiempo a su contrincante de desenfundar primero... y en su haber tiene ya ¡más de veinte asesinatos! Por supuesto, nunca se le ha podido condenar porque siempre ha matado en defensa propia y, además, Gant tiene todo el aspecto y la personalidad de un hombre culto y de buenas maneras.

En aquella ciudad, “lo bastante pequeña para resultar cómoda y lo bastante grande para pronosticarle un buen futuro” -así la describe el médico de todos-, mucha gente tiene cargos de conciencia… y repentinamente, a cada uno se le ocurre pensar que, es por él, que ha venido el temible, John Gant.

En adelante, el director Jack Arnold, nos regala un magnífico estudio sobre la culpa y el miedo, dejando muy bien explicado cómo, aquel sentimiento y esa sensación, van casi siempre ligados el uno del otro para tormento de muchos seres humanos. Esto hace que, <<BALA SIN NOMBRE>>, se proyecte como un western singular, pues, el estudio humano se antepone a la acción y el director se dispone con mucha eficacia a profundizar en las desesperadas motivaciones del pensamiento atormentado, poniendo en segundo término la acción física -de la que ya hemos visto bastante en tantísimos filmes sin mayores significados, y en muchos casos, sin la menor trascendencia-, para privilegiar las respuestas psicológicas.

El guion de, Gene L. Coon (quien ya había escrito para Arnold, “Man in the Shadow”), inspirado ahora en una historia de Howard Amacker, consigue forjar personajes con vida propia y uno se siente tan azorado como Luke Canfield, tan aterrado como Thad Pierce… o tan fatalista como el juez Benson, por mencionar solo unos pocos afectados.

Con mucho de thriller, la narración se mueve en un eficaz crescendo y Arnold se luce con una impecable composición de planos, captados siempre desde ángulos muy precisos. Pensemos en la escena en la que, Gant y Canfield, juegan al ajedrez mientras están siendo observados… En la entrada de Lou Fraden al bar “dispuesto a dar la cara” … O, sobre todo, en la magnífica escena de cierre… y ya tenemos razones para poder afirmar que, Arnold, nos ha regalado un western de primera línea. Sorprende por esto que, al igual que muchas otras valiosas películas, <<BALA SIN NOMBRE>>, no haya tenido la difusión que, sin duda, se merece.

Audie Murphy, haciendo aquí las veces de un pistolero que nos recuerda a Billy the Kid, resulta impecable logrando que su cara de niño se torne bastante intimidante. Charles Drake, por su parte, tiene la figura perfecta del médico en quien se puede confiar y los matices que van transformando de cierta manera su personaje, resultan muy bien explicados desde el punto de vista psicológico. También, su manera de relacionarse con Gant, acusa una madurez ejemplar.

Los diálogos tienen ciertos apuntes nada fáciles de digerir en su propuesta filosófica y creo que propiciarían un buen motivo para debatir sobre el deber ser y sobre la moral en las facultades de derecho, pues, a todo nivel, éste es un filme inquietante y de profundo significado. En lo personal, he quedado con la sensación de que he visto una historia que deja más huella en el alma que muchas otras que, hoy día, gozan de mayor fama.
Luis Guillermo Cardona
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