El comienzo resulta desesperanzador, pero poco a poco va magnetizándote la historia hasta llegar a un final bastante bueno; el ritmo a ratos es muy lento pero creo que a Kiarostami le da igual todo eso y utiliza muchas imágenes como metáforas, como con las tres personas que el protagonista intenta firmar un contrato de trabajo, la persona joven y miedosa, la persona religiosa, y la persona madura con experiencia; ahora bien, ver la cara del protagonista en el coche durante minutos es casi una tomadura de pelo.

Aunque el mensaje es bueno, nunca podremos meternos en la mente de la persona que decide elegir ese camino y aunque no estemos de acuerdo con la decisión tiene que ser respetable.

Mi sobrino, mis hermanos, mi madre, familia, amigos, la risa de l@s niñ@s, placeres varios, música, cine, mi bienestar... esas son mis cerezas.

Dr. Hackenbush

Antònia Font - Alegria