Thriller de acción carcelaria elaborado a la medida del ya veterano Mel Gibson (con su productora Icon por delante y con un guión elaborado por el propio actor) en que interpreta a un fugitivo que, después de un atraco y huyendo de la policía fronteriza, consigue llegar hasta México aunque es hecho prisionero por las autoridades policiales que se llevan parte del botín. Encarcelado en una particular ciudad-prisión conocida como “El Pueblito”, tendrá que vérselas con el mafioso local de turno (Daniel Giménez Cacho) que tiene controlado incluso a los celadores de la institución y trabará amistad con un niño (Kevin Hernández) y su madre (Dolores Heredia). El único contacto con el exterior es el responsable del Consulado Norteamericano en la violenta Tijuana dirigida por los carteles de la droga.

Al actor de y director de “Braveheart” ya le va bien en recrearse produciendo obras entretenidas y algo particulares (una excelente ambientación de lo que podría ser un pequeño mundo de suciedad y mierda en las cuatro paredes de una prisión donde corren drogas, armas, mujeres y algún funcionario corrupto) pero que acaba deshinchándose en un manufactura del “montón”. Aún así la película se concibe bien, en su calidad, como un ejercicio disfrutable para pasar el rato. A Gibson aún le queda cuerda incluso supervisando una película que no dirige pero delega al desconocido Adrian Grunberg.

Lo Mejor: la irónica narración en primera persona
Lo Peor: no se desmarca de las pautas habituales de las cintas de su género