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España España · Santiago
Voto de corel:
6
Thriller. Acción. Drama Dos jóvenes, El Niño y El Compi, han decidido ir a Gibraltar para introducirse en el mundo del narcotráfico. Riesgo, emociones y mucho dinero para quien sea capaz de llevar sin sobresaltos una lancha cargada de hachís que vuela sobre las olas. Jesús y Eva, dos agentes de la Policía antidroga, llevan años tratando de demostrar que la ruta del hachís es una de las principales vías de penetración de la cocaína en Europa. Su objetivo es El ... [+]
10 de septiembre de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Suele ser frecuente que en el cine patrio se planteen los personajes para un thriller del mismo modo: personajes planos, sin emociones, sin puntos débiles, ni dobles caras. Hagamos el siguiente ejercicio: Si lo que dice uno de los personajes se lo ponemos en boca de otro ¿cambiaría algo? Frecuentemente me he dado dado cuenta que la interpretación sería la misma, porque el fondo del diálogo, da igual quien lo diga, parece el mismo para todos. Todos son de la misma manera. No hablo de sus problemas, ni de las preocupaciones en que cada uno de ellos pueda verse envuelto, hablo del carácter, casi siempre sombrío y nada más. Es cierto que el antagonista está correctamente marcado.

Con esto quiero decir que para mí el error de interpretación no lo comete el niño Jesús Castro, con sus ojos ligeramente sombríos, a veces, o ligeramente emocionados en otras. Lo comete el guión desde el mismo momento en que los diálogos y situaciones no remarcan las inclinaciones del yo profundo (el antagonista sería la excepción). Y la prueba está en Luis Tosar, que pudiendo ofrecer una amalgama de complejidades emocionales, aquí apenas las transmite (sin que tenga que caer en la hipérbole). Del mismo modo, Bárbara Lennie, encontrándose en una situación tan compleja, parece controlarse, a mi modo de ver, en exceso. Por tanto, es el director quien corre con la cuenta. Hay un temor a espolear sentimientos cuando hay policías de por medio, como si ellos, en su vida profesional, controlasen tanto las emociones que parecen medicados todo el día. Y no creo que sea así. En la realidad puedo verlos actuar fríamente, pero hay algo en su manera de hablar, en el ligero temblor de la voz, no sé, algo que transmite el dolor del momento, el desconcierto, con microgestos... Aunque, eso sí, por encima de todo la profesionalidad, la necesidad de controlar las emociones para no perder el control del momento.

Este error de bisagra interpretativa, a mi modo de ver, también se comete en La isla mínima.

Si hago algún spoiler, decírmelo por favor.
corel
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